Entrevista a Maité Lluch - Restos Diurnos

No hay otra forma de vivir que no sea agotarse. Un cuento me dice, usate. Esta es tu luna llena, tu ducha amniótica. Outliberty, outliberty, o libros o hijos. ¿No son la misma cosa? Estoy envejeciendo, natural, anónima.

Una vez más hacemos estos viajes literarios virtuales, en esta ocasión, una vez más, viajamos a mi patria chica, a La Pampa, a Santa Rosa específicamente, y ahí nos está esperando quien nos acaba de compartir un poema. Ella es Maite Luch y le damos la bienvenida. ¿Cómo estás? Hola, ¿cómo estás Juan? Gracias por la invitación en primera instancia y muy contenta de estar acá.

Un placer. Bueno, contanos o compartinos de dónde viene este poema que acabas de leer.

Bueno, este poema está publicado de manera autogestiva en un fanzine que se llama Cuarzo Nocturno. Son todos poemas que están vinculados un poco con la noche, con el transitar la noche, en La Pampa, con el paisaje abismal, el horizonte, la caída del sol. Es una interpelación a ese instante en el que el día cae y se pronuncia como otra escena, una escena de sombras. Y ahí aparece como la vivencia más particular y más íntima de escritura. Bueno, inevitable, mientras vos contás eso, que me hagas viajar y tener presente esos atardeceres del llano, que a veces los extraño, no lo vamos a negar.

Pero volviendo a vos Maite, contame con la cuestión poética. ¿Hace cuánto que estás vinculada a ella? Si fue desde siempre, desde niña, desde adolescente, o tal vez en ese tramo universitario allá en Buenos Aires, que la descubriste y te pegó de lleno. ¿Cómo fue eso? Bueno, mi transitar por la poesía, por el acto de creación, el acto creativo, empieza también en la infancia, un poco por la influencia de mis padres. Mi papá siempre estuvo muy vinculado al teatro, pero también escribía y leía mucho. Y mi mamá es profesora de literatura, fue docente de magisterio, primero estudió en el magisterio, la primaria, y después se recibió de profesora de letras en la Universidad Nacional de La Pampa. Y bueno, tuve un poco de los dos mundos, como el mundo académico y un poco del mundo del arte, y esas dos vivencias en mi infancia.

Y cuando estaba en quinto grado, una docente de plástica me sugirió presentarme en un concurso de poesía, que ese concurso de poesía era en honor al escritor Marcelino Catrón, que fue uno de los escritores referentes en la literatura infantil pampiana. Muchos de los poemas de Marcelino han sido hechos canción. Por ejemplo, hay un poema del Peludo Valentín que es muy conocido y que en la primaria circulaba mucho. Y bueno, esta docente de plástica me invitó a participar de ese concurso y bueno, gané el primer premio. Y ahí surgió algo en mí, como bueno, algo pasa con mi escritura, ¿no? Son esos momentos donde uno encuentra como un lugar donde poder ser como una especie de dispositivo identitario para transitar la vida, ¿no? Y la poesía me permitió eso.

En muchos momentos donde uno no sabe quién es, siempre el volver a la poesía es como un organizador existencial muy importante. Después en la universidad sí me pasó, tuve otro momento ahí de quiebre, que en una cátedra, en la cátedra de Marcelo Persia, que es un psicoanalista, dirigía, ahora ya se jubiló, la materia, la asignatura a grupos, y siempre se trabajó con poesía, con una línea más literaria, pensando la psicología desde ahí, y teníamos que escribir presentes todas las clases. Y yo hacía mucho que no estaba vinculada directamente con la escritura, no era muy de mostrar lo que hacía, y cuando llego a uno de los teóricos, que había como 200 personas en el aula, porque los teóricos en la UAS son como muy populosos, porque van todas las comisiones de...