
Ep. 29. El Beato Lolo: Testimonio de Txomin Pérez

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Txomin Pérez periodista y director de la Oficina de Comunicación del Obispado de Palencia, nos acerca a la figura del beato Manuel Lozano Garrido, Lolo; y nos explica de qué manera su ejemplo le ayuda a la hora de ejercer el periodismo y las distintas tareas de comunicación de la diócesis palentina.
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El Beato Lolo. Testimonios sobre un periodista que quiso ser santo.
Episodio 29. Hola, soy Chomín Pérez, palentino, laico, casado, con un hijo y periodista. Nací en un pequeño pueblo de la provincia de Valencia y mis padres, cuando yo tenía dos años, decidieron emigrar al País Vasco, buscando un futuro mejor para la familia. Allí crecí como persona, creció mi fe dentro de la acción católica y estudié periodismo en la Universidad del País Vasco. En Vitoria viví hasta los treinta años y a los treinta años comenzó mi etapa en Madrid, trabajando como periodista en la Acción Católica General, en el edificio que muchos conocéis de Alfonso XI.
Y desde el 2011, de vuelta en Palencia, como director de la Oficina de Comunicación de la Diócesis de Palencia. Una labor intensa y apasionante, con todo lo que supone de comunicación interna, institucional, tratando de comunicar por los medios tradicionales y por los medios nuevos lo que es y hace la Iglesia Palentina. Conocer la figura del Beato Lolo supuso para mí una gran sorpresa y una gran alegría. A pesar de haber pasado casi toda mi vida en la acción católica, Lolo me era prácticamente desconocido.
Encontrarme con él, con su vida, con sus escritos, con su espiritualidad, en las fechas cercanas a su beatificación en Linares, fue un acontecimiento a nivel personal en dos niveles, como periodista y como miembro de la acción católica. Y luego lo que llovió en Linares aquel día. Aquello es difícilmente olvidable. Una lluvia que era claramente una lluvia de vida y aquel día nos empapamos todos de Lolo. A nivel personal emociona saber que los senderos por los que transita tu vida ya los ha transitado antes otra persona y que además los ha caminado con Honduras.
Para mí como periodista, el Beato Lolo me hace una invitación permanente a acercarme a la realidad con un estilo poco habitual en estos tiempos nuestros. En estos tiempos en los que las redes sociales son parte de nuestro quehacer diario, a veces podemos caer en el peligro de tener una visión distorsionada de lo que sucede a nuestro alrededor. Y pensándolo bien, Lolo también fue un gran usuario de las redes sociales. Analógicas en aquellos tiempos, pero redes al fin y al cabo. Sin salir de su casa, Lolo junto a su mesa camilla también tenía unas redes que le acercaban al mundo en el que vivía.
Es algo similar a lo que sucede con nuestras queridas monjas contemplativas, que el mundo cree que por estar en clausura viven ajenas a las alegrías y a las penas que vive nuestra sociedad.
Las redes sociales de Lolo eran sus amigos, sus lecturas, la prensa, la radio y había un después que Lolo lo hacía y que creo que todos nosotros muchas veces abandonamos. Rezar la realidad que vemos, discernir que me está pidiendo el padre ante las cosas que veo y situarme desde esa clave.
Sabemos que es lo que nos puede distinguir como periodistas católicos, como comunicadores católicos, pero muchas veces nos come la prisa y el ritmo frenético de la comunicación del siglo XXI.
Y ahí, en rezar la realidad que vemos, tenemos que avanzar y buscar ese momento de pausa.
En mi labor diaria, el ejemplo y las enseñanzas del beato Lolo.
Le tengo muy a mano. Enmarcado y colgado en la pared de mi despacho está el decálogo del periodista. Es como un recordatorio, cuando pasas el ojo por allí encima, de que hay que seguir dando gracias al ángel que clavó en mi frente el lucero de la verdad y la uruña a todas horas.
Y sobre todo, y me llama mucho la atención, me lo tomó como una fantástica guía de ergonomía en el trabajo diario. Lolo, enfermo y con una movilidad muy reducida, nos habla también de ergonomía en el periodismo. Nos recuerda que tenemos que escribir de rodillas para amar, sentados para juzgar y erguidos y poderosos para combatir.
Nos recuerda que tenemos que abrir los ojos y hacer un cuenco con nuestras manos, que hay que sujetar los egos tan frecuentes en este mundo nuestro y que hay que amasar la información y prepararla con gusto, porque el mejor plato que podemos preparar es el de la información limpia, que siempre de motivos para la esperanza.
El legado del Beato Manuel Lozano, el legado de Lolo, como dijo en Edicto XVI, podemos encontrar en Lolo un testimonio elocuente del bien que podemos hacer como periodistas cuando nuestra pluma refleja la grandeza del alma y se pone al servicio de la verdad y de la vida.
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