Ep.3 Granada en el Tiempo (17/09/2025)

A continuación les ofrecemos Granada en el tiempo, con Andrés María Adroer, aquí en Granada FM, la radio cultural.

A veces no somos conscientes de la importancia de la comida, y no sólo desde un punto de vista, digamos, vital en cuanto a alimento, que nos permite de alguna forma seguir vivos, sino desde el punto de vista evolutivo y, por supuesto, cultural.

Hace casi un millón de años, más o menos, el ser humano descubrió la asociación del fuego a la comida.

Lo que, según algunas y algunos investigadores, dio pie a un proceso evolutivo de nuestra especie, mucho más rápido de lo que se había producido con anterioridad, especialmente en el diseño del cerebro.

Posiblemente debido a la característica del fuego, ya que la aplicación de los alimentos al fuego, implica la ruptura de algunas estructuras orgánicas de los alimentos, de los alimentos crudos, evidentemente, que se vuelven, de esa forma, más digeribles y más aprovechables desde el punto de vista de la alimentación.

Desde ese momento, las distintas culturas fueron entendiendo que era muy positivo alterar la estructura natural de los alimentos, cocinándolos, y se fueron desarrollando lo que conocemos como las cuatro técnicas básicas de preparación de la comida, que es hervir, asar, fermentar y conservar. Conservar, entendiendo por salar y por ahumar.

Tan importante es la comida, que existen alimentos inmundos para muchas sociedades desde el punto de vista cultural.

El caso del cerdo, entre los grupos semitas, o la diferencia entre la comida halal y la comida haram en el mundo árabe, es decir, lo puro y lo impuro.

Existe, pues, por tanto, una clarísima relación entre la comida y la creación de la cultura.

De ahí que, de todas las actividades con que el ser humano desarrolla parte de las bases de su contacto social, posiblemente la gastronomía sea una de las más importantes.

Y no tanto porque necesitemos alimentarnos con cierta regularidad, lo cual es obvio que necesitamos para sobrevivir.

Comer implica muchas cosas, plantar, recolectar o cazar, preparar la comida, cocinarla e ingerirla, que son actividades que realizamos desde el origen de nuestra especie y como hemos visto.

Y como los humanos somos básicamente gregarios, gran parte de nuestros comportamientos tienen una relación profunda con nuestra comunicación, con la vivencia en grupo. De esa manera nos educamos, nos comunicamos y desarrollamos nuestras identidades, tanto como personas, como de grupo, como de conjunto.

Nos decimos como seres culturales a través de la capacidad para compartir.

Y de las muchas actividades en común que llevamos a cabo, la comida es una de las que posiblemente mejor nos represente.

Todos recordamos cómo en casa de los padres nos juntábamos en la cocina, mientras se preparaba la comida, agolpados, contando historias, escuchando a mamá, escuchando a papá pegando broncas, cualquier cosa de esas.

Quizás era una de las actividades más atávicas que algunos de nosotros recordamos en relación con la familia.

Incluso cuando íbamos a comer, cada uno tenía su sitio.

Yo recuerdo que en casa papá estaba en un extremo de la mesa dirigiendo la comida, mamá a su derecha, el segundo sitio más importante de la mesa.

Hubo una época en que recuerdo de pequeño que cuando papá y mamá no estaban, esos sitios no los ocupaba nadie.

Es decir, que había un simbolismo en la forma en la que nos distribuimos a la hora de comer.

Y es que hasta las cosas para comer, todo está arreglado.

Los espárragos y el pollo se pueden comer con las manos, otras carnes y otras verduras en absoluto.

Cuando había lumbre se podía comer en el centro, era un día de fiesta, un día especial.

Donde el fuego compartía con todos, no solo su calor, sino su propia presencia.

Y en torno al cual, tras los postres generalmente, nuestras abuelas, nuestros abuelos nos contaban historias.

Nosotros sentados en sus regazos, embobados entre el crepitar del fuego y el sonido de una voz que nos llevaba a historias de la familia, esas historias que no estaban escritas, pero que se grababan en nuestras mentes y se han grabado desde entonces hasta ahora.

Comunicar estas sensaciones, tratar de acercarnos a la forma en que comemos hoy en día a través del pasado, para eso hace falta mucha investigación y por supuesto saber contar historias como las que os decía de nuestros abuelos.

Para ello nos acompaña hoy en el estudio Paula Sánchez Gómez, historiadora y arqueóloga, intérprete y mediadora del Patrimonio y Gestora Cultural.

Está adcripta al servicio de difusión del Patronato de la Alhambra y el General IFE y forma parte del equipo de investigación responsable de un programa de divulgación muy particular, del cual creo que hablaremos un poquito, la Alhambra en femenino.