
Ep.51 - ¿Somos dueños de nuestros actos al beber?

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Inés Olivié habla en este nuevo episodio sobre la responsabilidad de nuestros actos bajo los efectos del alcohol
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Hola a todos y bienvenidos a un nuevo episodio de Salud Mental para Todos. Soy la psicóloga Inés Olivier y hoy hablaremos de un tema tan común como polémico. ¿Realmente somos responsables de nuestros actos cuando consumimos alcohol? ¿Seguro que alguna vez has escuchado frases como «no era yo, estaba borracho» para justificar comportamientos impulsivos o dañinos? ¿Pero hasta qué punto es valida esta excusa? ¿Realmente podemos desligarnos de la responsabilidad de nuestro comportamiento? En este episodio exploraremos la psicología detrás de estas excusas, cómo funciona la disonancia cognitiva en este contexto y por qué, aunque queramos convencernos de lo contrario, sí que somos responsables de nuestros actos.
Empecemos por lo básico. Para entender por qué decimos «no era yo», primero necesitamos comprender el efecto del alcohol en el cerebro. El alcohol ralentiza la actividad cerebral, limitando los temas responsables del autocontrol y la toma de decisiones. Este efecto disminuye la capacidad para evaluar las consecuencias de nuestros actos, pero no elimina por completo nuestra conciencia sobre lo que estamos haciendo.
De esta manera, aunque el alcohol pueda aumentar la impulsividad, no crea automáticamente otra versión de nosotros mismos. En otras palabras, bajo su influencia, nuestras decisiones siguen siendo nuestras, a pesar de que estén afectadas. Por tanto, aunque el alcohol pueda explicar un comportamiento inusual, no necesariamente lo justifica.
Y aquí es donde entra en juego la disonancia cognitiva, un fenómeno que ocurre cuando actuamos de forma contraria a nuestros valores, especialmente en situaciones como estar bajo la influencia del alcohol u otras sustancias. Por ejemplo, si después de beber varias copas de vino, insultamos a un amigo o nos comportamos de forma violenta con él, para aliviar la culpa podemos intentar justificarlo diciendo, lo siento es que no era yo, iba muy borracha.
Este tipo de racionalización son realmente excusas externas que disminuyen nuestro malestar. Sin embargo, esta justificación puede ser peligrosa, porque aunque ayude a reducir el conflicto interno, en realidad nos está alejando de asumir la responsabilidad y puede convertirse en un patrón recurrente y destructivo, dificultando el cambio personal.
Además, también puede tener un impacto en las relaciones interpersonales, ya que la justificación repetida de comportamientos como éste puede percibirse como una falta de respeto hacia el vínculo que compartimos con la otra persona. Por tanto, a pesar de que el alcohol reduce nuestras inhibiciones, no elimina nuestra responsabilidad. En primer lugar, por la elección inicial de beber.
Sé que puede parecer algo absurdo, pero realmente cuando decidimos consumir alcohol estamos eligiendo exponernos a sus efectos y por tanto aceptamos implícitamente el riesgo de perder parte del control. Por otro lado, hay numerosos estudios que confirman que, incluso en estado de embriaguez, las personas seguimos manteniendo un grado de conciencia, especialmente en situaciones sociales, lo que implica que, aunque las decisiones sean impulsivas, no son del todo involuntarias.
Entonces, ¿qué podemos hacer para dejar de caer en este ciclo? Para empezar, debemos analizar nuestros patrones de consumo y ver si estamos utilizando el alcohol como una excusa para justificar comportamientos que de otra manera no consideraríamos aceptables.
Por ejemplo, conducir después de beber. Porque me he llevado del coche a la fiesta y no pasa nada porque es un trayecto corto y además solo me he tomado una copa. O, como mencionábamos en el caso anterior, actuar de forma violenta con una persona cercana.
Si has cometido un error, debes dejar de utilizar el alcohol como excusa, asumir la responsabilidad y si es necesario, reparar el daño y pedir perdón.
Y a nivel más personal, si sabes que tiendes a comportarte de manera impulsiva al beber, establece límites claros como reducir el consumo o evitar situaciones que puedan desencadenar comportamientos no deseados.
Recordemos que el consumo del alcohol no define quiénes somos, pero nuestras acciones sí.
La frase, no era yo, estaba berracho, parecía una salida fácil, pero asumir nuestra responsabilidad es el primer paso para construir relaciones más saludables y una mejor versión de nosotros mismos.
Por último, si identificas esta disonancia en otras áreas de tu vida, haz pequeños cambios de forma gradual para reducir la brecha entre lo que haces y lo que realmente quieres.
Muchas gracias por acompañarnos hoy en Salud Mental para Todos y no te pierdas el próximo episodio.
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