

Description of EP113 La generación sándwich
Hoy vamos a hablar de un tema que muchas de vosotras seguramente vivís de cerca: la generación sándwich.
Se llama así al grupo de personas, especialmente mujeres, de entre 40 y 60 años que tienen que cuidar a sus hijos y a sus padres. ¿Te suena eso de ir siempre agobiada y a la carrera, tratando de atender bien a todos, de estar repartida entre las necesidades de tus padres mayores y las de tus hijos?
Quédate conmigo este ratito porque hoy vamos a ver por qué se está produciendo este fenómeno en la sociedad, cómo nos afecta y cómo podemos enfocarlo para sacarle el lado positivo.
La generación sándwich es un término que se empezó a usar en la década de 1980. Lo acuñó Dorothy A. Miller, una trabajadora social estadounidense, para describir a las personas, principalmente mujeres, que se ven "aplastadas" entre dos generaciones: por un lado, los hijos que aún dependen de ellas, y por otro, los padres o suegros que necesitan atención o cuidados.
Es una metáfora muy gráfica: el "pan" de arriba son los padres, el de abajo los hijos, y tú estás en medio, intentando sostenerlo todo.
Un nombre que se ha ido extendiendo a otros colectivos que quedan atrapados, como aprisionados, y algo olvidados, entre otros más vulnerables.
Según estadísticas recientes, el 47% de las personas entre 40 y 60 años forman parte de esta generación. Y aunque también hay hombres en esta situación, la mayoría son mujeres. ¿Por qué? Porque culturalmente las mujeres seguimos asumiendo un mayor peso en el cuidado familiar.
El perfil típico de una mujer de la generación sándwich es el de alguien que ronda entre los 40-55 años. Tiene hijos adolescentes que aún dependen de ella, y al mismo tiempo, padres mayores que empiezan a necesitar ayuda con la salud, el acudir a médicos, las finanzas, la movilidad o simplemente compañía.
Muchas de estas mujeres también trabajan fuera de casa, y algunas son incluso autónomas o emprendedoras, lo que añade más presión. El resultado es una vida llena de responsabilidades, pero con poco tiempo para sí mismas.
Una carencia, la de tiempo para ellas mismas, que Michelle Obama recogió en la siguiente frase: "No puedes hacer un buen trabajo cuidando a los demás si no te cuidas a ti misma primero". Esto es fundamental para las mujeres sándwich.
Aquí juega un papel importante el contexto cultural, la tradición y el perfil social de cada país. En lugares como España, donde la familia sigue siendo un pilar fundamental, la generación sándwich puede sentir una mayor presión debido a la expectativa cultural de cuidar a los padres mayores en casa.
En otros países, como los nórdicos, los servicios sociales asumen más responsabilidades, lo que reduce esta carga. Cada vez más, hay países que están implementando políticas innovadoras, como permisos laborales para cuidar a familiares mayores o beneficios fiscales para los cuidadores.
Muchas mujeres, cuando son madres, dejan su carrera profesional o frenan su promoción laboral con jornadas reducidas para dedicarse al cuidado de los hijos. Y, en muchos casos, cuando quieren retomar su desarrollo profesional, se encuentran con que sus padres se han hecho mayores, han sufrido accidentes o enfermedades que les imposibilitan para valerse por sí solos, y se sienten moralmente obligadas a posponer de su nuevo sus deseos personales y hasta su estatus económico para cuidar de esas necesidades de sus mayores.
¿Y los hombres? Personalmente tengo casos cerca en los que es el hijo el que más atención y cuidados presta a una madre mayor, llegando incluso a convivir con ella para que esté mejor atendida; pero con sinceridad, no son una mayoría.
Aunque cada vez más hombres están implicados en el cuidado familiar, la realidad es que las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras en la mayoría de los casos. Esto no significa que los hombres no puedan estar en la generación sándwich, pero cultural y socialmente, a menudo las tareas de cuidado recaen sobre nosotras.
Dicho esto, es cierto que poco a poco estamos viendo un cambio generacional. Las nuevas dinámicas familiares están distribuyendo las responsabilidades de manera más equitativa, aunque aún queda camino por recorrer.
Hay un dato que conocimos hace unos meses que me llamó poderosamente la atención y creo que nos da una medida real de lo que supone el trabajo de cuidadoras que realizan las mujeres que pertenecen a este grupo. Y es que las mujeres de la ‘generación sándwich’ ganarían al mes 2.782 euros brutos si cobrasen por cuidar a sus padres. Por hacer lo que hacen sin compensación económica alguna, ya que la compensación que encuentran es la satisfacción personal, el amor que dan y reciben, y la sensación del deber cumplido.
Ese dato lo hizo público la Cámara de Comercio de Barcelona, que realizó un estudio sobre la generación sándwich. Un colectivo formado por 60.000 personas. El informe certifica que en Cataluña hay al menos 151.000 personas que realizan cuidados informales, no profesionales. De ellas, el 63% son mujeres, un porcentaje que se ha ido reduciendo (en 2008 era el 72%) por la mayor participación de los hombres en estos cuidados, en parte por la incorporación creciente de la mujer al mercado laboral y en parte porque las familias tienen cada vez menos miembros y los hombres tienen que tomar parte activa si quieren que sus mayores tengan una aceptable calidad de vida.
Y estamos hablando todo el tiempo de la carga visible (el tiempo y las responsabilidades), pero un aspecto más oculto es la "carga invisible". Un término que hace referencia al peso emocional de estar constantemente preocupada por los demás. No es solo gestionar las citas médicas de tus padres o las actividades extraescolares de tus hijos, sino también cargar con la culpa cuando sientes que no llegas a todo.
De todo esto y mucho más hablamos en este capítulo de "En casa con María".
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En Casa con María es un podcast de María Leániz, organizadora profesional y fundadora de Atelier del Orden. Charlamos sobre orden y organización. Cómo poner orden en tu casa y en tu mente para llevar una vida organizada y ser más feliz. Hola, bienvenida, bienvenido a un nuevo episodio de En Casa con María. Hoy vamos a hablar de un tema que muchas de vosotras, de vosotros, seguramente vivís de cerca, la generación sándwich.
Se llama así al grupo de personas, especialmente mujeres, de entre 40 y 60 años, que tienen que cuidar a sus hijos y a sus padres. ¿Te suena eso de ir siempre agobiada y a la carrera, tratando de atender bien a todos, de estar repartida entre las necesidades de tus padres mayores y las de tus hijos adolescentes? Quédate conmigo este ratito, porque hoy vamos a ver por qué se está produciendo este fenómeno en la sociedad, cómo nos afecta y cómo podemos enfocarlo para sacarle el lado positivo.
La generación sándwich es un término que se empezó a usar en la década de 1980. Lo acuñó Dorothea Miller, una trabajadora social estadounidense, para describir a las personas, principalmente mujeres, como te digo, que se ven aplastadas entre dos generaciones. Por un lado, los hijos, que aún dependen de ellas, y por otro, los padres o suegros que necesitan atención o cuidados.
Es una metáfora muy gráfica. El pan de arriba son los padres, el de abajo los hijos, y tú estás en medio, intentando sostenerlo todo. Un nombre que se ha ido extendiendo a otros colectivos que quedan atrapados, como aprisionados, y algo olvidados también, entre otros más vulnerables. Según estadísticas recientes, el 47% de las personas de entre 40 y 60 años forman parte de esta generación.
Y aunque también hay hombres en esta situación, la mayoría son mujeres. ¿Por qué? Porque, culturalmente, las mujeres seguimos asumiendo un mayor peso en el cuidado familiar. El perfil típico de una mujer de la generación sándwich es el de alguien que ronda esa edad, como te decía.
Hay quien lo pone entre 35 y 55 años, tiene hijos, adolescentes o jóvenes adultos que aún dependen de ella, y al mismo tiempo, padres mayores que empiezan a necesitar ayuda con la salud, el acudir a médicos, las finanzas, la movilidad o simplemente compañía. Muchas de estas mujeres también trabajan fuera de casa, y algunas son incluso autónomas o emprendedoras, lo que añade más presión. El resultado es una vida llena de responsabilidades, pero con poco tiempo para sí mismas. Una carencia, la de tiempo para ellas mismas, que Michelle Obama recogió muy bien en la siguiente frase. No puedes hacer un buen trabajo cuidando a los demás si no te cuidas a ti misma primero. Esto es fundamental para las mujeres sándwich.
Aquí juega un papel importante el contexto cultural, la tradición y el perfil social de cada país. En lugares como España, donde la familia sigue siendo un pilar fundamental, la generación sándwich puede sentir una mayor presión, debido a la expectativa cultural de cuidar a los padres mayores en casa. En otros países, como los nórdicos, los servicios sociales asumen más responsabilidades, lo que reduce esta carga. Y cada vez hay más países que están implementando políticas innovadoras, como permisos laborales para cuidar a familiares mayores, o beneficios fiscales para los cuidadores. Muchas mujeres, cuando son madres, dejan su carrera profesional o frenan su promoción laboral con jornadas reducidas para dedicarse al cuidado de los hijos.
Y en muchos casos, cuando quieren retomar su desarrollo profesional, se encuentran con que sus padres se han hecho mayores, han sufrido accidentes o enfermedades que les imposibilitan para valerse por sí solos, y se sienten moralmente obligadas a posponer de nuevo sus deseos personales y hasta su estatus económico para cuidar de esas necesidades de sus mayores. ¿Y los hombres? Personalmente, tengo casos cerca en los que es el hijo el que más atención y cuidados presta a una madre mayor, llegando incluso a convivir con ella para que esté mejor atendida. Pero, con sinceridad, no son una mayoría.
Aunque cada vez más hombres están implicados en el cuidado familiar, la realidad es que las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras en la mayoría de los casos. Esto no significa que los hombres no puedan estar en la generación sandwich, pero cultural y socialmente, a menudo, las tareas de cuidado recaen sobre nosotras. Dicho esto, es cierto que poco a poco estamos viendo un cambio generacional. Las nuevas dinámicas familiares están distribuyendo las responsabilidades de manera más equitativa, aunque aún queda bastante camino por recorrer. Hay un dato que conocimos hace unos meses que me llamó poderosamente la atención y que creo que nos da una medida real de lo que supone el trabajo de los hombres.