Episodio 144: Kiwis, volcanes y una monja voladora. Pop en Nueva Zelanda.

Hello, soy Luis Garajeviti y lo que estás escuchando es el centésimo cuadragésimo cuarto, este sí lo es, que en el anterior lo dije, y era el centésimo cuadragésimo tercer episodio de Entre surcos de vinilo y vermú. Programa que puedes escucharnos a través de la Onda Arciana. Estamos en Radio Enlace en el horario de los salmonetes fritos cada viernes de dos a dos y media de la tarde en el 107.5 de la FM del Noreste de Madrid o a través de Radio Enlace.org. Pero si prefieres escucharnos vía internet con otros medios podcastiles, como siempre y como buenos modernistas que sois, nos podéis encontrar en www.surcosdevinilo.com, iVox, Spotify, Cashbox y Apple Podcast.

Por una de esas absurdas normas autoimpuestas no solemos hacer segundas partes del programa.

Como decía Scott Fitzgerald, las vidas americanas no tienen segundas partes.

Pero yo, yo corro riesgos y por eso vivo tantas aventuras.

Pero claro, somos ibéricos como el jamón y lo de la vida americana se está poniendo difícil, así que esto vendría a ser algo parecido a una segunda parte. Porque hace algunos eones nos centramos en una escena local y geográficamente ubicada en la ciudad de Dunedin, que dio nombre a uno de los movimientos independientes con nombre propio, mayúsculas y subrayado llamado Dunedin Sound, englobado dentro de algo un poco más amplio del sonido neozelandés, que no he dicho el país de Dunedin pero supongo que todos lo sabéis, llamado Kiwi Pop y que no llegamos a tocar. Así que lo de hoy es una historia del sonido de la isla, el del pop, pero ampliando tentáculos y expandiéndonos a más ciudades en las que habrá más peso durante el día de hoy en el sello Flying Man Records.

Algunos motivos que dieron que con una pequeñísima localidad de la muy lejana para la mayoría de mortales Nueva Zelanda tuviera un nombre propio y un impacto tan mayúsculo era la de ese aislamiento y clima tirando a horrendo pero que les daba el espacio y actitud necesaria para componer y además hacer las cosas a su manera, y por tanto diferente a otros.

Por supuesto hubo una nutrida juventud hambrienta creativamente hablando que recogiendo las influencias que llegaban cruzando océanos y medios un tanto do it yourself consiguieron crear un sonido distintivo entre la Velvet Underground, el Garage de la Psicodelia y el Post Punk.