Episodio 221 – Liderazgo resiliente: cómo mantener el rumbo cuando todo cambia

Bienvenidos todas y todos a Pedro Cousco, 5 minutos de cápsulas para liberar tu camino, con Pedro Barrientos. Hola, espero que estés muy bien, al igual que yo, contento y emocionado, porque nos volvemos a encontrar en este lugar, un espacio para nuestro crecimiento personal y profesional. Recientemente estuve leyendo una revista que señala que el 93% de los líderes consideran que la adaptabilidad estructural como una prioridad crítica hoy por hoy.

En un mundo constante de cambios, con fuerte influencia con la tecnología, altas demandas sociales, exigencias laborales, quien no aprende rápidamente a adaptarse y, sobre todo, a liderar con resiliencia, corre el riesgo de quedarse atrás. Soy Pedro Cousco y hoy vamos a hablar sobre algo que no se enseña en las escuelas de gestión o las universidades, pero desde mi experiencia y como inmigrante, es lo que está marcando la diferencia en el liderazgo actual.

Liderar con resiliencia. Cuando lo externo sacude el barco, es necesario saber cómo adaptarse con rapidez. ¿Qué significa ser un líder resiliente? Ser resiliente no significa que es aguantar todo, sino rebotar con propósito. Un líder debe saber actuar ante los golpes del entorno, los cambios imprevistos, la crisis del momento o la incertidumbre del futuro, y convertirlo en una oportunidad de crecimiento para sí mismo y para el equipo es fundamental.

No es optimismo ingenuo, es fortaleza emocional más una visión adaptativa. Cuatro causas que un líder pierde su resiliencia. Por la falta de preparación emocional, no tiene práctica para gestionar el estrés, no tiene conciencia de lo que siente o no le presta la debida atención en saber qué hacer con lo que se está sintiendo en ese momento.

Lo segundo, una rigidez mental, se aferra a métodos antiguos ante contextos nuevos, con lo que se cierra antes de actuar con flexibilidad, o puede ser que por su estilo de comportamiento, lo puede llevar a ser una persona con un perfil bien sea cauto o estable. Tercero, el aislamiento, no tiene una red de apoyo ni espacio para compartir tensión, promoviendo limitaciones para superar el obstáculo que se puede estar enfrentando hoy y por hoy. Y lo cuarto, falta de propósito claro, cuando no se conoce el por qué, todo se vuelve más pesado.

Es costumbre en nuestros episodios, en analizarlo con tres ejemplos que son cotidianos y que podemos encontrar siempre en nuestro entorno. En el primer caso, vamos a llamarlo el proyecto inesperado que exige cambiar rumbo. María, lideraba un proyecto con una línea de tiempo fijo, pero el cliente pide un cambio total. Algunos miembros del equipo entran en pánico porque se les mueve la agenda o le descuadra los hábitos como hacen habitualmente sus trabajos.

Sin embargo, María convoca a una mini reunión para validar la emoción del equipo, replantea el plan y asigna nuevas tareas con claridad, permitiendo hacer frente ante el imprevisto. Un segundo ejemplo, es la crisis externa que afecta la moral del equipo. En el entorno surge una noticia negativa del mercado que impacta totalmente al equipo de trabajo y Juan como líder no lo minimiza. Convoca el espacio necesario para hablar, escuchar, procesar y luego decidir hacer ajustes del proyecto para adaptarse sin desmoronar el equipo, facilitando que continúe las tareas con los ajustes hechos para el logro del resultado.

Un tercer ejemplo que podemos encontrar siempre en nuestro entorno es cuando un miembro del equipo colapsa emocionalmente. Laura trabaja un proyecto híbrido, detecta que uno de sus colaboradores del equipo está desconectado de las reuniones. En lugar de exigir productividad, la llama aparte y conversa preguntando cómo estás, qué necesitas. Lo acompaña, reprograma tareas y valida que siga presente emocionalmente.