
Episodio 4. Carolina Coronado - Contando Mujeres

Description of Episodio 4. Carolina Coronado - Contando Mujeres
Contando Mujeres, la vida tras la biografías. Un podcast escrito y dirigido por Julia Montejo.
Escritora, periodista, y una de las máximas exponentes de la poesía lírica española y del activismo antiabolicionista y la pena de muerte. Un personaje de novela extravagante y apasionado, irritante y seductor...
Con Noelia Marló en la voz de Carolina Coronado, y Pura Fernández, profesora de investigación del CSIC.
Este podcast ha sido posible gracias al Ministerio de Cultura y Deporte y financiado por la Unión Europea - NextGeneration y con la colaboración de Fundación Once.
This content is generated from the locution of the audio so it may contain errors.
Puedes conquistar la gloria literaria aunque seas una niña bien de provincias.
Puedes hacer voto de castidad en medio de un delirio misticoide y luego arrepentirte y revertirlo.
Puedes convencer al presidente Abraham Lincoln para que le devuelva el trabajo a tu marido.
Y embalsamar el cadáver de ese marido y convertirlo en tu acompañante bajo el
apodo de El Silencioso. Puedes, si eres la protagonista de nuestra historia.
Hola soy Julia Montejo y hoy os vamos a contar la vida de Carolina Coronado,
escritora, periodista, una de las máximas exponentes de la poesía lírica española
y del activismo contra la esclavitud y la pena de muerte. Contando mujeres. La vida
tras las biografías. Un podcast que descifra la historia más allá de los hitos. Capítulo 4.
Carolina Coronado. Carolina Coronado Romero de Tejada nace en Almendralejo en 1820 con la
pasión de una estrella de rock y la sensibilidad de una flor de algodón. Si hubiera nacido hoy
hubiera sido una especie de Taylor Swift. Bueno, quizá una Taylor Swift un poco menos centrada.
Carolina Coronado proviene de una estirpe de gente apasionada y con fuertes convicciones
liberales. Cuando los absolutistas llegaron al poder en la llamada década ominosa con Fernando
VII al frente, su padre dio con los huesos en la cárcel por liberal, constitucionalista y
antifernandino. Vamos, que no tragaba las políticas reaccionarias y no era de guardarse para sí sus
opiniones. O eso contaba la hiperbólica Carolina. Ella se recordaba como una niña doliente visitando
a su padre en lúgubres calabozos. La realidad pudiera haber sido algo más turbia, pero su
versión siempre fue romántica y emocionante. La madre de Carolina procedía de una familia
de tratenientes y comerciantes asentada en Almendralejo. Se decía descendiente de Hernán
Cortés y compartía con su marido sus ideas progresistas. La familia materna de Carolina
había demostrado durante décadas una gran habilidad para gestionar prósperamente los
negocios. Carolina es la tercera de nueve hermanos. Recibe una educación típica para
las señoritas de la época, que incluía costura, labores del hogar, caligrafía y piano, pero pronto
se revela como una lectora voraz. Cuentan que de niña nuestra protagonista era fabuladora y
manipuladora. O lo que es lo mismo, imaginativa y muy capaz de conseguir lo que se proponía, tal
como se verá en el giro que dio su vida cuando conoció a un atractivo y joven diplomático
norteamericano allá por 1852. Pero ya llegaremos a eso. Carolina es una mujer bella, femenina,
con aspecto frágil y romántico. Debe dormir con bigudís todas las noches porque llevaba siempre
su negra cabellera peinada con tirabuzones. Hay un retrato suyo en el Museo del Prado que
quizá te suena, donde se la puede ver pálida, con expresivos ojos oscuros y una mantilla de
blonda negra. También es intensa, valiente, intuitiva, ambiciosa y perfeccionista, defensora
de los débiles y muy supersticiosa y religiosa. Una de esas amigas que son líderes naturales y
que siempre quieres en tu bando. Es un personaje de novela. Por su poesía sabemos que conoce la
hiperestesia, un trastorno que aumenta la sensibilidad a los estímulos, como el roce de la ropa.
Esa hipersensibilidad suya pudo ser avivada por las lecturas románticas y por su pasión por la
naturaleza. La vida no le parecía suficiente y los libros le ofrecían un mundo más allá de los
límites trazados para su género. Recordemos que en aquella época se consideraba que la lectura
tenía efectos perniciosos en las mujeres. Nosotras teníamos un débil y desequilibrado
sistema nervioso y no era bueno exponerlo a emociones y conocimientos sin tutela.
A Carolina Imaginación no le falta. El romántico