3.036.771 de estudiantes asistieron a su primer día de clases el pasado miércoles 1 de febrero en todo el país, en más de 15.934 unidades educativas fiscales, privadas y de convenio, distribuidas en los nueve departamentos de Bolivia. Además de los habituales desafíos y dificultades que implican en cada gestión el retorno a clases, este año se suma la aplicación de un currículo educativo actualizado, cuyo contenido, elaboración, participación de actores y la preparación de maestros y maestras, entre otros puntos, han sido cuestionados por varios actores educativos.
Por supuesto, desde el ministerio de educación se ha defendido este currículo, que de acuerdo al ministro Edgar Pari, se aplicará poco a poco. La autoridad aseguró que este documento fue construido de manera participativa, incluyendo a maestros, maestras, padres y madres de familia, estudiantes y otros actores educativos.
Un elemento central para el Ministerio es que se trató de una construcción participativa del nuevo currículo, sin embargo, desde la Federación Departamental de Maestros Urbanos de Santa Cruz, aseguran que la malla curricular ha sido impuesta por el gobierno, por lo que es rechazada por su sector, que además suma otras demandas a la situación, por la que se movilizarán el próximo miércoles 8 de febrero en todo el país.
El año educativo ha iniciado de forma conflictiva en Bolivia. No hay duda de que la educación debe actualizarse constantemente al ritmo de la realidad social, sin embargo, es necesario que cualquier ajuste cuente con la socialización, consenso y fundamentalmente participación de los actores involucrados. Así cómo es posible aplicar paulatinamente el currículo educativo actualizado, también debe ser posible su socialización y ajuste, de ser necesario, esto será posible priorizando el diálogo, que es un elemento necesario en cualquier sociedad, sobre el cual también podemos aprender.
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