La esperanza y la oración

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, llévanos, Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, amén.

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia.

Te pido perdón de mis pecados y gracia para ser con fruto de este rato de oración.

Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.

El Sanedrín no sabía qué hacer con Pedro y con Juan, que los estaban juzgando por soliviantar al pueblo.

Se levantó Gamaliel, uno de los principales fariseos, maestro, y trató de persuadirlos para que no los mataran, a Juan y a Pedro.

Y les dijo, israelitas, miren bien lo que van a hacer con estos hombres, porque hace algún tiempo se levantó un tal Teudas, que pretendió ser alguien y reunió a su alrededor unos 400 hombres, fue muerto y todos los que lo seguían se disgregaron y quedaron en nada.

No progresó ese levantamiento del tal Teudas, simplemente lo mataron y ya los seguidores se dispersaron.

Después de este, en los días del empadronamiento, más o menos cuando Jesús nació, Jesús fue empadronarse, José y María fueron a empadronarse a Belén, se levantó Judas, el Galileo, que arrastró al pueblo tras de sí.

También éste pereció y todos los que lo habían seguido se dispersaron.

En cuanto se mata al caudillo, pues ese movimiento pierde completamente su sentido, ya no tiene una cabeza.

Y os digo pues, estaba hablándole a los 70 miembros del Sanedrín, desatendeos de estos hombres y dejadlos, no los maten, no acaben con ellos.

Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá.

Ya mataron a su líder, si esto es una cosa humana, como habían sido las de Teudas o las de tal Judas el Galileo, se destruirá.

Pero si es de Dios, no conseguiréis destruirla.

No sea que os encontréis luchando contra Dios.

Es algo muy sensato, no vayan a ir en contra del proyecto de Dios por matar a estos señores que no han obedecido la indicación de que dejaran de predicar.

Y como decíamos, este Simón Bar Coquevá logró establecer un Estado Judío.

Duró algunos años.

Pero murió en la batalla de Betar y ahí acabó su historia.

Otra vez los romanos reconquistan ese territorio y vuelven a someter a Israel.

Y nosotros podemos pensar que todos estos sucesos históricos nos hablan de el verdadero liberador que no es un liberador de terreno y que por lo tanto la esperanza en este liberador no es vana.

En cuanto matan a Bar Coquevá o matan a Judas Galileo o matan a Teudas aquello se acaba.

Pero en cuanto matan a Cristo, en cuanto Jesús resucita, que efectivamente si no hubiera resucitado todo hubiera acabado ahí.

Los apóstoles estaban temerosos y escondidos.