La Espuela: Los misterios de Rennes le Chateau

El tesoro pudiera ser material, monedas, oros y joyas que sirvieron para pagar la protección militar de los cátaros, incluso algunos buscadores de tesoro relacionan el tesoro con lo sucedido en Reims-les-Chateaux y los últimos templarios, pero esto quizá os lo contaré en otra ocasión.

Sergio Serrato. Del podcast Locos por incordiar. Hoy, Reims-les-Chateaux.

Hola parroquianos, soy Sergio Serrato y estoy aquí de nuevo en la escuela de la taberna de Crowley, para continuar lo que dejé cuando os hablé a grandes trazos de los cátaros. Al final de ese capítulo os comenté que había ciertos investigadores que relacionan el destino final del tesoro de los cátaros con Reims-les-Chateaux. Reims-les-Chateaux es un bonito pueblo y comuna francesa del departamento de Eudé en el Languedoc francés. Os suena verdad? Se cree que el origen del asentamiento se remonta a unos 4.500 años antes de Cristo.

Se han encontrado vestigios romanos en la zona, aunque el actual pueblo es de origen godo. Debido a su altitud supone una localización estratégica en la zona, ya que desde su dominio se puede controlar el paso de los Pirineos y gran parte del Languedoc. Fue refugio y bastión de los cátaros hasta la caída de la fortaleza de Montfort. Esto os vuelve a sonar verdad? Dicho esto, es lógico pensar que Reims-les-Chateaux tiene muchas probabilidades estadísticas de ser un lugar donde los cátaros podrían haber ocultado sus tesoros o sus secretos. Y ahí es donde nace la leyenda, pero de eso hablaré un poco más adelante.

Para hablaros de la leyenda voy a empezar por presentaros a François Berenier Saunier. Saunier nació en Montazel, una localidad francesa cercana a Reims-les-Chateaux en 1852, aunque algo tarde para la época sintió la llamada de Dios y se orienta al sacerdocio al igual que su hermano Alfred. Cursó seminario en Narbona y fue ordenado sacerdote en 1879. Como primer destino fue designado al aislado pueblo de Clot, donde ejerció durante tres años como parro. Más tarde fue llamado para ejercer como profesor en el seminario de Narbona.

Su actitud algo insolente, indisciplinada e independiente le granjeó algunas enemistades con sus superiores eclesiásticos. Así que a modo de castigo, en 1885 el obispado lo destina al olvidado pueblo de Reims-les-Chateaux, donde se hace cargo de una decrépita iglesia y de un paupérrimo grupo de fieles. Para poneros un poco en contexto, la carretera no llegó a Reims hasta 1929, con lo que se puede decir que en aquel momento fue destinado al culo del mundo, perdón por lo de mundo. Cuando Berenguer Sonnier llegó a la nueva parroquia se encuentra una iglesia destartalada, en la que la lluvia se cuesta.