LA ESTANTERÍA: Maldito Hamor, de Cruz Sánchez de Lara

Borges decía que siempre imaginó que el paraíso sería una especie de biblioteca.

Radio Atalaya y la Biblioteca Municipal de Cabra te traen las mejores recomendaciones literarias en la estantería.

Maldito amor de Cruz Sánchez de Lara Capítulo 1 Londres, 2 de septiembre de 2019 En unas dependencias de Scotland Yard a unas manzanas del río, dos psicólogos forenses hablaban entre ellos a las 10 de la mañana.

Trabajaban desde hacía unos días en el perfil psicológico de Clive Castan.

Ian Woodward era uno de los profesionales más reputados de la policía inglesa.

A sus apenas 40 años era el mejor especialista del Reino Unido en autopsias psicológicas y en trabajar en profundidad los perfiles y la personalidad de criminales y víctimas.

Todos le llamaban Tintín a sus espaldas y algunos a la cara.

El parecido era sorprendente.

Además de su flequillo rubio disparatado, su forma de vestir desenfadada, jeans, camisa de cuadros abierta y una camiseta blanca de algodón, contrastaba frontalmente con el traje de espiga de su compañero, Clifford Stant, del cuerpo judicial de forenses.

Stant estaba a punto de jubilarse.

Dentro de la vieja escuela siempre había destacado por su rigor, su intuición y su tenacidad.

Su aspecto atildado encajaba a la perfección con el carácter metódico de sus investigaciones.

Ian y Clifford ya habían coincidido en varios trabajos y estaban volcados en aquel con especial interés, el caso Astor, un asunto que ocupaba la mayoría de los tabloides en los últimos tiempos y del que se había hablado en todos los programas de actualidad de la televisión británica y algunas extranjeras.

Una española, Clea Castán, se había convertido en la más buscada y a ellos dos les habían encargado un análisis de su personalidad, de su comportamiento y de su entorno para evaluar, en la medida de lo posible, la credibilidad de su testimonio y las pruebas psicológicas y circunstanciales que pudieran adverarlo.

La sala era amplia y desde sus ventanales se podía ver el río.

Todo tenía un aspecto descuidado, suelos de terrazo ya sin brillo y deteriorados, mesas antiguas al estilo de los viejos pupitres y otra redonda, llena de papeles, ante la que se encontraban sentados.

Maldito amor, de Cruz Sánchez de Lara.