Esto pasa en tu cuerpo cuando dejas de tomar café (todas las fases)

Cada mañana, millones de personas en todo el mundo inician su día con el mismo ritual, una taza de café humeante entre las manos, el primer sorbo que despierta los sentidos, el golpe de energía que parece necesario para empezar a funcionar.

Pero lo que muchos consideran solo una costumbre es, en realidad, un vínculo mucho más profundo.

El café es una necesidad para algunos, un placer para otros e incluso una dependencia silenciosa disfrazada de rutina.

Porque detrás de su aroma irresistible y su sabor inconfundible, el café esconde una sustancia capaz de alterar el cerebro, mejorar el rendimiento y, en algunos casos, generar una dependencia difícil de ignorar, la cafeína.

¿Hasta qué punto el café es un aliado para el cuerpo y la mente y cuándo se convierte en un problema? Mi nombre es Adrián Díaz Rúa, soy doctor en fisiología, formulador de suplementos para la marca Big y docente en esta plataforma.

Y hoy te voy a hablar sobre el café, la cafeína y lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando dejamos de consumirla.

Pero antes de continuar, si te apasiona el mundo de la nutrición y quieres ejercer legalmente como dietista en España, desde Fit Generation te ofrecemos el Técnico Superior en Dietética, una formación con clases 100% online que te permitirá ejercer en tan solo 2 años.

Cientos de alumnos ya se han convertido en profesionales y ahora pueden vivir de lo que les apasiona.

Te dejo el dosier informativo en la descripción del vídeo y en el primer comentario.

Y ahora sí, vamos con el vídeo.

El café contiene una amplia lista de sustancias bioactivas, donde se han descrito más de 1.000 compuestos fitoquímicos.

Entre ellos se encuentran fenoles, incluido el ácido clorogénico y cafeico, lactonas, diterpenos, incluido el cafestol y el cagüeol, niacina y el precursor de la vitamina B3, trigonelina y minerales como el magnesio o el potasio.

Sin embargo, la cafeína ha sido sin lugar a dudas la más estudiada y la más conocida por todo el mundo.

Esta es una sustancia psicoactiva que está presente en varios alimentos, como los granos de café, las hojas de té y el mate, y el cacao o el guaraná.

Algo que mucha gente desconoce es que la cafeína estuvo considerada una sustancia dopante por sus efectos ergogénicos desde 1987.

Se estableció un umbral de 12 microgramos por mililitro para la concentración de cafeína en la orina y, de esta manera, limitar el uso de dosis altas a los atletas y, en caso de que las superasen, serían penalizados por mala conducta antidopaje.

Por suerte, para los amantes del café y adictos a la cafeína, esta se retiró de la lista de sustancias prohibidas en 2004.

Aunque sus efectos sobre la mejora del rendimiento se suelen dar a dosis de entre 3 y 6 miligramos por kilogramo de peso corporal, con dosis menores, de 1 a 2 miligramos, también se pueden obtener beneficios.

El efecto ergogénico demostrado de la cafeína es multifactorial y puede explicarse, en parte, por una mayor capacidad contractil que actúa a través del transporte de calcio en la membrana muscular.

También disminuye la percepción del cansancio y mejora la tolerancia al esfuerzo, lo que puede ser muy interesante no solo de cara al rendimiento deportivo, sino también a la hora de realizar trabajos físicos o con una gran carga mental.

La disminución del cansancio se debe, en parte, a que actúa como antagonista sobre receptores de adenosina.

Esto potencia la acción de las catecolaminas y causa muchos de sus efectos a nivel cardiovascular.

Este incremento de las concentraciones plasmáticas de catecolaminas se relaciona con el efecto lipolítico de la cafeína, es decir, el efecto que produce esta sustancia sobre la movilización y la utilización de los ácidos grasos.

Sin embargo, en algunos estudios se afirma que la cafeína también incrementa la lipólisis mediante otras vías, como por ejemplo la inhibición de la CNP o fosfodiesterasa de nucleótidos cíclicos, la cual es responsable de la conversión del AMPC cíclico al AMP.

En contra de lo que cabría esperar a dosis bajas de cafeína entre 1,5 y 3 mg por kilogramo de peso corporal y en esfuerzos de intensidad submáxima, la cafeína no aumenta la frecuencia cardíaca, sino al contrario.

Sin embargo, ante situaciones de estrés o ejercicios de mayor intensidad, sí se aprecia un aumento de la frecuencia cardíaca en respuesta a la cafeína, al igual que cuando se ingiere en dosis elevadas.

En general, el consumo moderado de café puede mejorar la concentración y el rendimiento físico, pero más allá de los efectos notables de forma aguda o casi inmediata del consumo de cafeína, el consumo habitual de café se ha asociado a importantes beneficios para la salud, como reducción de la probabilidad de diabetes tipo 2, reducción de muchos tipos de cáncer, prevención de enfermedades hepáticas y la más importante, menor mortalidad por cualquier causa.

Pero cuidado, estamos hablando de asociaciones.

Esto no tiene por qué reflejar el efecto del café en la salud humana.

De hecho, factores como la confusión, la causalidad inversa o los errores de clasificación pueden jugar un papel muy importante en estas asociaciones.

Esto es coherente con el hecho de que ensayos clínicos que miden marcadores intermedios de enfermedad cardiovascular o mortalidad no apoyan un rol protector del café, sino más bien al contrario.

Además, los últimos estudios de la lectorización mendeliana, aunque no están libres completamente de sesgos, sí mejoran los anteriores al año 2020 y tampoco ofrecen evidencias de un rol protector del consumo de café.

En este ejemplo, vemos que el consumo de café no muestra ser protector ante la enfermedad cardiovascular, con lo que los supuestos efectos protectores de estudios observacionales podrían deberse a los problemas comentados anteriormente.

En este otro ejemplo, el consumo de café tampoco demostró efectos protectores sobre el riesgo de cáncer.

En conjunto, la evidencia más fuerte sugiere que el supuesto efecto protector del café no está respaldado por los estudios que buscan encontrar poner a prueba una relación causal, haciendo más probable que el consumo de café por sí mismo no proteja la salud humana.