

Description of Eugenia León canta el tango
Malena cantaba el tango como ninguna, no hay duda, pero qué tal si les digo que hoy nos acompaña una mujer mexicana que canta nuestra música con pasión tanguera y garganta absolutamente sensacional. Sus variadas y constantes giras por todo el mundo, le permitieron incursionar con éxito en distintos géneros musicales. Su registro, más su educada voz alcanzan tonos y potencia sensacionales, casi rayando con lo mágico. En esta ocasión, nuestra invitada especial y en actuación en vivo desde la Ciudad de México, está acompañada por el grupo de maestros del trío “Mirando al Sur”, para darle un toque río platense a esta velada de podcast y amigos con la Señora Eugenia León!
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Tras un manto de neblina del riachuelo, que se extiende hasta el filo de Latinoamérica, asoma el Tango Sensei, con la sabiduría de quien ha leído, escuchado y cantado suficiente tango para ilustrar a una generación de encandilados por las virutas en el piso, las gargantas con arena y las quejas de bandoneón. Desde Tijuana y desde San Diego, esto es Tango Sensei.
Malena cantaba el tango como ninguna, no hay duda, pero qué tal si les digo que hoy nos acompaña una mujer mexicana que canta nuestra música con pasión tanguera y garganta absolutamente sensacional. Sus variadas y constantes giras por todo el mundo le permitieron incursionar con éxito en distintos géneros musicales. Su registro, más su educada voz alcanzan tonos de potencias sensacionales, casi rayando en lo mágico.
En esta ocasión, nuestra invitada especial y en actuación en vivo desde la Ciudad de México, está acompañada por el grupo de maestros del trío Mirando al Sur, para darle un toque río platense a esta velada de podcast y amigos. Tango Sensei se enorgullece en presentar a la señora Eugenia León. Aquel que nunca haya armado un tango, que tire la primera nota. Porque es de humanos el escándalo y más perversa es la simulación.
Atrás de toda mirada que se reserva el derecho al ridículo, hay una lágrima con derecho a ser enjugada o a rodar por la mejilla sin otro destino que el de la barra de un bar. Y es que las lágrimas tienen sus derechos. Reclaman sus noches, sus alcobas abandonadas, sus cielos grises y sus puestas de sol. Reclaman el reclamo, pero no son tan exigentes como parecen. A diferencia del suspiro que las encarcela, a las lágrimas les basta un tango para ser libres.
O emborrachar mi corazón para pagar un loco amor que más que amor es un sufrimiento.
Y aquí vengo para eso, a borrar antiguos besos en los besos de otras pocas.
Si su amor fue flor de un día, ¿por qué cause siempre mía esta cruel preocupación? Por los dos mi copa alzar para olvidar mi obstinación y aún la vuelvo a recordar.
Gustar de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración.
De sentirme abandonado y pensar que otro a su lado pronto, pronto le hablará de amor.