Evangelio 10 Abril 2025

Paz y alegría, queridos hermanos y hermanas, sean todos bienvenidos a una reflexión más con la poderosa palabra de Dios. Hoy es jueves 10 de abril, en la quinta semana del Tiempo de Cuaresma. Meditamos el Evangelio de San Juan, capítulo 8, del 51 al 59.

En aquel tiempo Jesús dijo a los judíos, yo les aseguro, el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre. Los judíos le dijeron, ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado, porque Abraham murió y los profetas también murieron. Y tú dices, el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió, los profetas también murieron? ¿Quién pretende ser tú? Contestó Jesús, si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada.

El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen es nuestro Dios, aunque no lo conocen, yo en cambio sí lo conozco. Y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco, y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme, me vio y se alegró por él. Los judíos le replicaron, ¿no tienes ni 50 años y has visto a Abraham? Le respondió Jesús, yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, yo soy. Entonces recogieron piedra para arrojársela, pero Jesús se ocultó y salió del templo. Palabra del Señor, meditemos y oremos.

Parecería extraño hablar de este texto a pocos días del comienzo de la Semana Santa.

Sin embargo, la reflexión cuaresmal nos hace comprender que no existe para los creyentes un futuro preordenado y ajustado de antemano dentro de los límites de un esquema anteriormente determinado. La paternidad de Abraham se nos circunscribe dentro de los límites de la libertad, por lo que podemos hablar de su vocación o de su misión universal. Su paternidad es su vocación, es su misión, y lo que le da sentido a su peregrinar en la fe.

La persona de Abraham y la promesa de Dios a él nos inserta en un concepto de paternidad que va más allá de lo puramente terrenal. Esta paternidad se inscribe más bien en la consolidación y revalorización de su vocación y misión universales, entendida no sólo ni únicamente como una vocación individual, tanto suya como la maternidad de Sara, sino como un aspecto en el que se realiza su grandiosa vocación de padre de una multitud de naciones.

Esto se manifiesta en su continua búsqueda del sentido de su vida y desde su centro personal, siempre referido al misterio de Dios y de su promesa. Como si el padre ahora habla tu conciencia diciéndote, hijo mío, hija mía, escucha la buena noticia que anuncia que mis hijos serán una gran multitud, fruto de la fe de un hombre que aceptó caminar con la esperanza de ser padre de una multitud de naciones.

Yo que hice de Abraham semilla de una gran descendencia, soy tu padre tierno y misericordioso y salgo a tu encuentro ahora en la persona de mi hijo amado Jesús Nazareno, quien tras su muerte y resurrección ha hecho de estos hijos de Abraham, mis hijos muy amados, por toda la eternidad. Nada te arrancará de mis manos si caminas en la fe como lo hizo Abraham. Nada te separará de mí si como él no permites que muera la esperanza a pesar del paso del tiempo. Toma fuerza de mi espíritu