Evangelio 11 Mayo 2025

Paz y alegría, queridos hermanos y hermanas, sean todos bienvenidos a una reflexión más con la poderosa Palabra de Dios. Hoy es domingo 11 de mayo. Estamos en el cuarto domingo de Pascua, y se celebra la fiesta del Buen Pastor. El Evangelio que vamos a compartir se toma de San Juan, capítulo 10, del 27 al 30. En aquel tiempo Jesús dijo a los judíos, Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna, y no perecerán jamás. Nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos. El Padre y yo somos uno. Palabra del Señor. Meritemos y oremos.

El Evangelio nos traza el camino. Hay que escuchar la voz del Pastor Jesús y seguir sus huellas, siendo consciente que nos encomienda un sector del pueblo que nos toca pastorear. La vida entera está llena de realidades necesitadas de cuidado. Es una invitación a ser cristianos con capacidad de pastorear, cuidar en nuestro propio hogar, en cualquier cargo público, en la iglesia o en la sociedad.

Necesitamos crecer en la cultura del pastoreo, no solo con la raza humana, sino con todo ser viviente, con todas las criaturas que habitan la tierra, sintiéndonos acariciados por las manos del buen Pastor. Evitamos alejarnos de todo aquello que nos aparte de sus cuidados. Como consecuencia de lo que el Señor ahora nos propone en su palabra, en esta Pascua, nos asegura que el don fundamental de Dios que nos ha dado su Hijo Jesucristo es su presencia, su cercanía, su vida eterna, su vida que nos libera de perecer.

Podemos gozarnos al entender que este don no es en absoluto una lista de cosas que esperaríamos de Dios, sino un encuentro personal entre el buen Pastor y cada uno de los miembros de su rebaño.

Como si el Padre, ahora hablando a nuestra conciencia nos dice, Yo tu Padre, tierno y misericordioso, en la persona de mi Hijo, Jesús, el buen Pastor, te doy el don de mi presencia.

El don maravilloso de la vida eterna. Esfuérzate por conocer cada día mejor su voz, por responder a su llamado y por estar atento a la sugerencia del Espíritu Santo. Con él como guía sabrás elegir el camino de la escucha, del seguimiento de la vida, que no conoce ocaso, del camino que te conducirá a mi presencia, donde vivirás para siempre.

Ten seguridad de que nada ni nadie te arrebatará de mi mano, pues soy tu Padre, y he engendrado a mi Hijo para tenerte por la eternidad junto a mí, en un llamado de amor y conversión. El Padre, tierno y misericordioso. 15 de mayo del 14 se nos dice, Queridos hijos, almas mías, soy su Dios, su Padre, quien les ama con su eterno y los abraza en mi insondable corazón. Queridos hijos, soy su Creador. ¿Me reconocen? Deben mis hijos reconocer a su Dios Creador.

Creados han sido para el amor y en el amor. Cada apóstol del corazón doloroso e inmaculado de mi amantísima hija debe amar. Amando es como el alma se adhiere a mi divina voluntad. Hijos míos, cuando el alma me ama, ama mi sagrada voluntad, y mi voluntad está manifestada en la Sagrada Escritura. A mi unigénito Hijo, echo palabra y echo carne, ahora echo pan y vino en cada altar eucarístico.

Hijos, si me aman, cumplan mis mandamientos, nacido de mi amor santo y divino para cada uno de ustedes. Y así el alma, en consecuencia, ama mis mandamientos y lo cumplirá. Un alma así es humilde, sencilla, arrebata una infinidad de gracia de mi eterna bondad, que yo los amo. Yo soy su eterno y enamorado, enamorado de mis criaturas, a los cuales abrigo en estos tiempos de misericordia. Con amor de su Padre, su Dios, Yahvé, yo soy.