Evangelio 28 Mayo 2025

¡Paz y alegría, queridos hermanos y hermanas! Sean todos bienvenidos a una reflexión más con la poderosa Palabra de Dios.

Hoy es miércoles 28 de mayo, sexta semana de Pascua. El Evangelio que compartimos se toma de San Juan, capítulo 16, del 12 al 15.

En aquel tiempo, Jesús dijo a su discípulo, «Aún tengo muchas cosas que decirle, pero todavía no las pueden comprender.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder.

Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que vaya comunicando, todo lo que tiene el Padre mío.

Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes». Palabra del Señor.

Meritemos y oremos.

Nuestro Padre, tierno y bondadoso, en la persona de su Hijo, en su despedida, asegura que todavía tiene muchas cosas que decirnos y que le deja al Espíritu Santo la tarea de continuar esa comunicación sobre la verdad plena.

El Espíritu recibe de Cristo la verdad que Jesús ha recibido de su Padre.

A nosotros nos toca seguir buscando esa verdad en el horizonte histórico de nuestra vida.

Recordemos cuando Pilato oyó del labio de Jesús que Él había venido a dar testimonio de la verdad.

Le pregunta, ¿y qué es la verdad? Juan 18, 38.

No se entera que la verdad está allí. Es una persona. Es Cristo. Dios con nosotros.

Estaba delante de Él en un condenado a muerte y en las razones por las cuales Él entrega su vida.

En esta época que nos toca vivir, la que el Papa Benedicto llamó en su momento la dictadura del relativismo, debemos orar al Espíritu Santo que nos ayude a encontrar de nuevo la persona, la vida y las palabras de nuestro hermano mayor, Jesucristo.

No tendremos la verdad absoluta, pero sí es la de Jesús. Seguro que animaremos a muchos a seguirle.

Porque escuchando el llamado del Padre a nuestra conciencia que nos dice también hoy, escucha cómo la fe en Dios, manifestada en la acogida de Jesucristo crucificado y resucitado, puede dar un giro inesperado en la vida de las personas que se abren a la acción de mi Espíritu Santo.

Por tanto, vive tu fe en el Resucitado con decisión.

Déjate transformar por Él. Comunica todo el motivo de tu vida según los valores del Evangelio.

Yo, tu Padre, tierno y misericordioso, en la persona de mi amado Hijo Jesús, te he dado una vida nueva, una esperanza viva que supera cuanto puedas expresar en concepto.

Sé para el mundo un testigo que no se cansa de proclamar la resurrección, incluso cuando experimente rechazo, burla e incomprensión.

La palabra será tu fuerte si la coges como la razón de tu caminar hacia la salvación.

Con todo el nirmanismo misionero que brota del Espíritu Santo, testimonia que no hay otro nombre que pueda salvar.

Amado Padre, tierno y misericordioso, enséñanos a ser dóciles a tu Espíritu Santo.

Cuando se nos anuncia al Dios al que adorábamos sin conocer, que nuestro testimonio de fe en la resurrección de Jesucristo inquiete a muchos que la rechazan, que nuestras acciones, nuestras palabras no dejen duda de que Él está vivo y reina por los siglos de los siglos. Amén. Amén. Que sigan pasando un feliz día.