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Evangelio 4 Febrero 2025
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No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Reflexión del Evangelio de hoy, con el padre Teófilo Rodríguez.
Paz y alegría queridos hermanos y hermanas, sean todos bienvenidos a una reflexión más con la poderosa Palabra de Dios.
Hoy es martes 4 de febrero, tiempo ordinario, semana número 4.
El Evangelio que compartimos se toma de San Marco, capítulo 5, del 21 al 43.
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla, y ahí se le reunió mucha gente.
Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo.
Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia,
Mi hija está agonizando, ven a imponerle las manos para que se cure y viva.
Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía 12 años.
Había sufrido mucho a mano de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna,
pero en vez de mejorar, había empeorado.
Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto,
pensando que con sólo tocarle el vestido se curaría.
Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él.
Se volvió hacia la gente y les preguntó, ¿Quién ha tocado mi manto?
Sus discípulos le contestaron, ¿Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas quién me ha tocado?
Pero él seguía mirando alrededor para descubrir quién había sido.
Entonces se acercó a la mujer y, asustada y temblorosa al comprender lo que había pasado,
se postró a sus pies y le confesó la verdad.
Jesús la tranquilizó diciendo, Hija, tu fe te ha curado.
Vete en paz y quédate sana de tu enfermedad.
Todavía estaba hablando Jesús cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste,
Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al maestro?
Jesús alcanzó a oír lo que hablaba y le dijo al jefe de la sinagoga,
No temas, basta que tenga fe.
No permitió que los acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga,
vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban.
Entró y le dijo, ¿Qué significa tanto llanto y alboroto?
La niña no está muerta, está dormida.
Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente y con los padres de la niña y sus acompañantes,
entró a donde estaba la niña, la tomó de la mano y le dijo,
Taritá cum, que significa, óyeme, niña, levántate.
La niña que tenía doce años se levantó inmediatamente y se puso a caminar.
Todos quedaron asombrados.
Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie
y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Meritemos y oremos.
Los creyentes en Jesucristo,
estamos siempre llamados a ser en medio del mundo en el que nos desenvolvemos.
Es allí donde nos vemos colocados en situaciones determinantes
que nos exigen, como los deportistas, ir más allá de la propia corporalidad humana,
mostrarnos animados por el espíritu y por la presencia de innumerables testigos de la fe.
Nuestra existencia cristiana ha quedado centrada y circunscrita aún antes y aún después en el tiempo.
Ahora contamos con una meta que está adelante,
referenciada a una incontable proximidad del testigo.
Pero sobre todo, fija la mirada en una persona, Jesucristo.
Él es el objetivo de nuestra perspectiva.