F1-Adrenalina, humor y valores al más puro estilo americano con Javier Bardem y Brad Pitt

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Señoras y señores, ladies and gentlemen, preparen el Pol de Palomitas con P, no el Bol de Palomitas con V, porque Brad, el guapera Speed, coge la pole position de F1 de John Koczynski, un director recordado por Toca Maverick y por Twister 2, que en esta ocasión lo borda en una entretenida cinta del mundo del motor, un género que últimamente ha dado grandes tardes de gloria como la saga de Cars, de Pixar o la reciente Gran Turismo, basada en un videojuego que estaba realmente bien y que era un elogio a la relación paterno-filial.

F1, la cinta en cuestión, aunque es previsible, sorprende con giros una y otra vez al espectador, en la que vemos un duelo de egos donde aparece Sony interpretado por Pete, que ha dado un testimonio valiente al hablar de su alcoholismo, lo que le ha costado su divorcio con Jolie.

Y ahora parece que ha salido de ese terrible drama, que en esta ocasión se enfrenta a un prometedor piloto como JP interpretado por Dawson Idrit, con aires a Hamilton, que es uno de los productores de esta producción. Los diálogos de chulería, bordería y sarcasmo entre uno y otro son divertidos, se nota que están muy estudiados, las carreras están conseguidas y se percibe esa lucha táctica de marcas, pero ciertamente Fullera para darle un aliciente al espectador en un deporte en el que está todo medido.

Pete representa a ese chico, bueno ya veterano, que disfruta de la conducción sea donde sea, que tiene un conocimiento profundo del tema y que busca el bien del otro, aunque le fallan muchísimo las formas. Es un hombre que busca esa gran ola, es decir, un silencio especial que le permita volar en la pista y que como su compañero ha perdido a su padre, y que en esta ocasión intenta sacrificarse por los demás hasta cierto punto, porque no da una batalla por perdida. Por otro lado, invita la reflexión sobre la importancia de trabajar en equipo y sobre todo la importancia de esas madres que están en nuestra vida y que nos conocen con tan solo mirarlos.

También incluso podemos encontrar un guiño a la providencia y a los milagros, donde no puede faltar, por supuesto, los guiños cinéfilos a los dos pilotos del cine clásico, Paul Newman y sobre todo Steve McQueen, en el que aparece también un Bardem, que todo lo que tiene de buen actor, lo tiene de antipático en una producción que tiene muchísimos guiños a España, a Jerez e incluso a pilotos como Carlos Sainz, Fernando Alonso y por supuesto a Cervantes, porque ese es el apellido de Rubén, el personaje de Javier Bardem.

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