

Description of El fantasma de la desdolarización
El pasado 2 de abril, bautizado como el “día de la liberación”, ha marcado un punto de inflexión en la economía mundial debido a la batería de aranceles anunciados por Donald Trump. Eso, como bien sabemos, se concretó en unos días de locura en los que la Bolsa se desplomó, aumentaron los intereses de los bonos del Tesoro y se depreció del dólar. La cuestión es que esa medida perseguía justo lo contrario. Trump quería fortalecer la economía estadounidense, traer las fábricas de vuelta y hacerla más atractiva para la inversión, pero lo único que ha conseguido es generar incertidumbre y caos. Es imposible no relacionarlo con lo que sucedió en el Reino Unido cuando Liz Truss fue nombrada primer ministro en septiembre de 2022. Aunque Trump ha bajado el tono dejando en pausa muchos de los aranceles durante 90 días, su intransigencia en la guerra comercial con China augura negociaciones complejas sin garantías de éxito.
La economía estadounidense, la más globalizada del mundo, depende del dólar y los bonos del Tesoro como refugios seguros. Pero esta vez no han sido un refugio, lo que ha provocado temores sobre la estabilidad económica de un país que arrastra un déficit presupuestario crónico. El Gobierno federal gasta por sistema más de lo que ingresa, financiando la diferencia con deuda respaldada por la confianza mundial en el dólar, un “privilegio desorbitado” que permite a EEUU endeudarse a muy bajo coste. Con una deuda neta que ronda el 100% del PIB y la necesidad de refinanciar 9 billones de dólares en el próximo año, este privilegio está en riesgo. Los aranceles de Trump, pensados para aumentar la recaudación, podrían verse contrarrestados por mayores pagos de intereses, un cálculo que los mercados anticiparon rápidamente.
Las políticas de Trump, marcadas siempre por la arbitrariedad, no sólo afectan a la economía. Su ofensiva contra universidades, bufetes de abogados que defienden a opositores y deportaciones masivas sin respetar procedimientos legales, como en el caso de El Salvador, amenazan el Estado de Derecho, pilar fundamental de la sociedad estadounidense junto a la libertad de comercio y la propiedad privada. Esta incertidumbre trasciende lo económico, alimentando temores sobre posibles manipulaciones de datos económicos o incluso la supresión de la independencia de la Reserva Federal, una institución que Trump presiona para bajar los tipos de interés desde el 4,25% actual a niveles de su primer mandato (1-2%). La Reserva Federal todavía resiste. Su gobernador, Jerome Powell, está priorizando la estabilidad de precios ante una inflación que podría cerrar este año entre el 3% y el 4%.
Los republicanos del Congreso quieren cumplir sus promesas de rebajas fiscales, pero el presupuesto ya aprobado podría añadir 6 billones de dólares al déficit en una década, algo que superaría los recortes fiscales del primer mandato de Trump y los estímulos pandémicos de Joe Biden. Aunque han eximido a los productos electrónicos del aumento de aranceles, el daño económico persiste. Los economistas advierten que el “privilegio desorbitado” podría inducir un endeudamiento excesivo que debilite el sistema financiero del dólar y vulnerable a una crisis similar al colapso de Bretton Woods en 1971.
El fantasma de la desdolarización, es decir, una reducción apreciable del uso del dólar a escala global, emerge como amenaza real. Aunque divisas como el euro o el yuan no rivalizan aún con el dólar (divisa en la que están denominadas el 60% de las reservas mundiales), episodios como el de la semana pasada erosionan su credibilidad. Una desdolarización depreciaría el dólar, dispararía la inflación y reduciría la inversión extranjera en EEUU, alterando así el equilibrio económico de todo el mundo. La economía estadounidense, aunque robusta, depende de este privilegio, y las políticas actuales podrían dañarles más que a otros ya que cuestionan su liderazgo económico y político en un mundo interdependiente.
En La ContraRéplica:
0:00 Introducción
4:31 El fantasma de la desdolarización
27:53 Las monarquías africanas
31:27 Inquiocupas
35:27 "Hispanoplanismo"
42:24 Firmas en la Feria del Libro
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Soy Fernando Díaz Villanueva, hoy es 15 de abril de 2025, y esto es la Contracrónica.
El pasado 2 de abril, bautizado como el Día de la Liberación, ha marcado un punto de inflexión en la economía mundial debido a la batería de aranceles anunciados por Donald Trump. Eso, como ya sabemos, se concretó en unos días de locura en los que la bolsa se desplomó, aumentaron los intereses de los bonos del tesoro y se depreció el dólar. La cuestión es que esa medida perseguía justo lo contrario. Trump quería fortalecer a la economía estadounidense, traer las fábricas de vuelta y hacerla más atractiva para la inversión, pero lo único que ha conseguido es generar incertidumbre y caos, en ambos casos en gran cantidad.
Es imposible no relacionarlo con lo que sucedió en el Reino Unido cuando Liz Truss fue nombrada primer ministro en septiembre de 2022. Aunque Trump ha bajado el tono, dejando en pausa muchos de los aranceles durante 90 días su intransigencia, la guerra comercial con China augura negociaciones complejas sin garantía alguna de éxito. La economía estadounidense, que es la más globalizada del mundo, depende del dólar y de los bonos del tesoro como refugios seguros, pero esta vez no ha sido un refugio, lo que ha provocado temores sobre la estabilidad económica de un país que arrastra un déficit presupuestario crónico.
El gobierno federal gasta por sistema más de lo que ingresa, financiando la diferencia con deuda respaldada por la confianza mundial en el dólar, un privilegio desorbitado que permite a Estados Unidos endeudarse a muy bajo coste. Con una deuda neta que ronda el 100% del PIB y la necesidad de refinanciar unos 9 billones con medio dólar en el próximo año, este privilegio está en riesgo.
Los aranceles de Trump, pensados para aumentar la recaudación, podrían verse contrarrestados por mayores pagos de intereses de deuda, un cálculo que los mercados anticiparon rápidamente. Las políticas de Trump, marcadas siempre por la arbitrariedad, no solo afectan a la economía. Su ofensiva contra las universidades, bufetes de abogados que defienden a los opositores o deportaciones masivas sin respetar procedimientos legales, como en el caso de las que está efectuando hacia El Salvador, amenaza al Estado de Derecho.
Pilar fundamental de la sociedad estadounidense junto a la libertad de comercio y la propiedad privada. Esta incertidumbre trasciende lo económico, alimentando temores sobre posibles manipulaciones de datos económicos o incluso la supresión por decreto de la independencia de la Reserva Federal, una institución que Trump presiona desde hace ya tiempo para bajar los tipos de interés, desde el 4,25% actual a niveles de su primer mandato, es decir, del entorno del 1,2%.
La Reserva Federal todavía resiste. Su gobernador, Jerome Powell, está priorizando la estabilidad de precios ante una inflación que podría cerrar este año entre el 3 y el 4%. Los republicanos del Congreso, por su parte, quieren cumplir sus promesas de rebajas fiscales, pero el presupuesto ya aprobado podría añadir 6 billones de dólares al déficit en la próxima década, algo que superaría los recortes fiscales del primer mandato de Trump y los estímulos pandémicos de Joe Biden.
Aunque han exhibido a los productos electrónicos el aumento de los aranceles, el daño económico persiste. Los economistas advierten que el privilegio desorbitado podría inducir a un endeudamiento excesivo, volviendo frágil el sistema financiero del dólar y vulnerable a una crisis similar a la del colapso de Bretton Woods en 1971.
El fantasma de la desdolarización, es decir, una reducción apreciable del uso del dólar a escala global, emerge ahora como una amenaza real. Aunque divisas como el euro o el yuan no rivalizan aún con el dólar, es una divisa en la que están denominadas el 60% de las reservas mundiales, episodios como el de la semana pasada ilusionan su credibilidad.
Una desdolarización depreciaría el dólar, dispararía la inflación y reduciría la inversión extranjera en EEUU, alterando el equilibrio económico en todo el mundo. La economía estadounidense, aunque robusta, depende de este privilegio. Y las políticas actuales podrían dañarles mucho más que a otros, ya que cuestionan su liderazgo económico y político en un mundo interdependiente.
Caída de la bolsa, incremento de los intereses en los bonos del Estado, del Tesoro concretamente, que es como se denomina la deuda pública estadounidense, y depreciación del dólar. Estas tres fueron las maldiciones que trajo el funesto Día de la Liberación, es decir, el pasado 2 de abril del año 2025. Vamos, a cerrar.