Feminismo: el último escudo contra el fascismo (CARNE CRUDA #1480)

¿Va usted a poner la guillotina en las puertas del sol? Pues sí señor, la guillotina, la guillotina.

No voy a seguir toda mi vida escribiendo panfletos y desporticando contra los bolbones.

Sí señor, la guillotina.

La reina.

Zas, guillotina.

Los chulos de la reina.

Zas, guillotina.

Los chulos del rey.

Zas, guillotina.

Los ministros.

Zas, guillotina.

Los obispos que los rodean.

Guillotina, guillotina, guillotina, guillotina.

Todo guillotinado.

Sí señor, la guillotina.

¿Ha terminado usted? Sí señor.

Vamos a comer.

Hay dos barreras que se oponen al avance de los fascistas, la democracia y el feminismo, y la segunda es la última defensa que nos queda de la primera. Me refiero a un feminismo antirracista, antifascista, anticolonial, ecologista, inclusivo y diverso, no al feminismo blanco y burgués que coincide en sus fobias con la ultraderecha. El fundador de Paypal, Peter Thiel, uno de los gurús del tecnofederalismo detrás de Trump, Musk y compañía, lo dejó por escrito. Ya no creo que la libertad y la democracia sean compatibles.

Cuando habla de libertad se refiere a la suya, a la de los ultracapitalistas. Y añadió, la extensión de las ayudas sociales y del voto de las mujeres han convertido la expresión democracia capitalista en un oxímoron. En realidad, democracia capitalista siempre ha sido una contradicción. Él mismo se delata. Lo que llama libertad, o sea, el capitalismo salvaje, solo es posible si eliminas las políticas de igualdad, o sea, la democracia. Por eso creo que debemos hablar de democracia social más que de democracia liberal.

Porque lo que protege a las democracias ya no es el liberalismo, es el Estado social y de derecho. Y por eso los neoreaccionarios van a por las mujeres. Porque el feminismo encarna todas las luchas por la vida y por el planeta que son la base de nuestras democracias. De ahí que Trump haya acabado con las leyes de igualdad y diversidad y con la financiación federal del aborto, ya muy limitado por el giro ultra del supremo.

Lo siguiente es restringir el divorcio, una cruzada de su vicepresidente y el derecho al voto de las mujeres, para lo que han aprobado una ley que obliga a presentar pasaporte o partida de nacimiento con el nombre legal, aunque muchas mujeres en Estados Unidos carecen del primero y tienen un nombre distinto al que aparece en el segundo porque toman el apellido del marido al casarse. Está en todas las distopías feministas desde Margaret Atwood a Ursula K. Lewin. Para acabar con la democracia, lo primero es acabar con la lucha de las mujeres.

El bien de amor es el lugar de mal de amor, es quererse bien el lugar del mal querer. María José de Hierro acaba de publicar este alegato contra el amor tóxico, una canción que ella misma define como un se acabó. En la semana del 8M hablamos de amores tóxicos, de justicia patriarcal y del se acabó de las mujeres como último escudo contra el fascismo. Y lo hacemos con la tertulia feminista de hace dos semanas, con la que nos quedaron pendientes varios temas, como la sentencia del caso Rubiales, que ha sido recurrida, y las novedades del caso Juana Rivas.

Hace dos meses os contábamos que tras ocho años larguísimos de lucha judicial de Juana Rivas, una jueza...