El fiasco Starmer

Soy Fernando Díaz Villanueva, hoy es 8 de septiembre de 2025, y esto es la Contracrónica.

La viceprimera ministra del Reino Unido, Angela Rayner, dimitió este viernes tras admitir que había declarado mala hacienda la compra de una vivienda en la localidad costera de Hove, a más de 400 kilómetros de su circunscripción en el Gran Manchester. El error le reportó el beneficio de ahorrarse unos 46.000 euros en impuestos. El diario Daily Telegraph había publicado la exclusiva unos días antes, y tras una investigación en el seno del gobierno, se concluyó que era cierto y a Rayner no le quedó otra salida que presentar su renuncia aquí en Starmer.

Rayner pertenecía al círculo cercano de Starmer, de origen humilde y dedicó buena parte de su carrera a los sindicatos. Tras ellos, se convirtió en uno de los rostros más reconocibles de la izquierda del Partido Laborista. Rayner es, por ejemplo, una gran defensora de subir los impuestos, especialmente a las rentas altas, para aliviar los problemas de déficit que arrastra el gobierno. Paradójicamente, su dimisión ha tenido que ver con una cuestión fiscal por la compra de un apartamento de lujo que le costó más de un millón de euros.

Para Starmer, la dimisión de su número dos es un golpe más que deberá encajar en un momento especialmente delicado para él y su gobierno. El Partido Laborista obtuvo una sólida mayoría en Westminster en las elecciones del año pasado. Prometieron un nuevo tiempo, caracterizado por la estabilidad, después de unos años marcados por los escándalos de los sucesivos gabinetes conservadores. De eso ha pasado ya poco más de un año, y tanto Starmer como el laborismo se encuentran hundidos en los sondeos y con la popularidad en mínimos.

La salida de Rayner se produce, además, después de un verano muy caliente, plagado de titulares sobre el fracaso del gobierno para detener el flujo de solicitantes de asilo que cruzan el Canal de la Mancha en pateras. La cuestión migratoria se complicó poco después con la sentencia de un tribunal que ordenó cerrar un hotel en Epping, una ciudad al norte de Londres, que el gobierno había contratado para alojar inmigrantes en espera de su resolución de asilo.

Rayner daba al gobierno cierta determinación y fervor ideológico. En un gabinete formado por gente anodina y gris, a la viceprimera ministra le gustaba fajarse con los conservadores, incluso teniéndolos ya en la oposición. Gracias a ella, Starmer conseguía mantener bajo control a los más izquierdistas del partido, para quienes a Rayner era su principal activo. Sin ella, y tras tener que sofocar una rebelión de sus diputados más radicales hace unos meses por renunciar a una serie de recortes en las prestaciones sociales, Starmer tendrá que apañárselas para evitar una revuelta a mucha mayor escala que podría llegar a costarle el puesto.

Rayner podría de este modo recuperar el protagonismo, pero esta vez como referente de la oposición a Starmer, tanto en el partido como en el parlamento, si a sus ojos sigue moviendo su gobierno hacia la derecha para contrarrestar el auge de Nigel Farage y su partido Reform UK, que se encuentra ya 8 puntos por encima de los laboristas según las encuestas de intención de voto. Pues bien, para tratar este tema y sus muchas implicaciones, entre las que se encuentra la suerte política del propio Starmer, vuelve Paco Muñoz a la Contracrónica desde un estudio que hemos improvisado en Cambridge.

Hace un par de meses tuve a Paco aquí en la Contracrónica, para gusto de muchos contrascuchas, a quienes parece que Paco Muñoz les gusta mucho porque nos hace unos análisis, nos regala unos análisis magníficos. Bien, estuve con Paco en su casa en Illy, que está cerquita de Cambridge. Hoy estamos no en Illy, sino en el propio Cambridge, y no estamos en casa de Paco, sino en casa de nuestra querida Laura, que nos ha acogido hoy, aquí nos hemos acogido a sagrado, a sagrado asturiano, porque nos ha hecho una afabada que estaba de infarto. Yo no estoy acostumbrado a comer tanto y si me duermo encima del micrófono tú me das un codazo y me despierto. Bueno, yo lo que no estoy acostumbrado es a comer también.

Más que no a comer tanto, porque comer tanto se puede comer. No hay más que ir al Tesco y ponerte morado a comprar comida. La diferencia es lo bien que nos da de comer. Bueno, Laura también, hay que decirlo, se trae parte de los ingredientes de España y eso hace que esas faves, ese chorizo, en fin, todo lo que conlleva una afabada que es difícil de encontrar aquí.

Pero bueno, no vamos a hablar de comida, aunque estoy seguro que a los ingleses les encantaría. No tendrían tantos problemas políticos, quién sabe, si comiesen un poquito mejor. No, ahora en serio, están los británicos especialmente fastidiados. El viernes pasado fue un día muy activo, la tarde sobre todo.