Fijos en lo esencial

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí. Hoy Señor comenzamos nuestra oración con un estado de ánimo sereno, agradecido por tantos dones como recibimos de tus manos, tantas muestras de cariño del Papa, que recientemente nos ha animado, como nos recuerda el Padre en su mensaje que lo comenta, a cuidar el carisma de Opus Dei para promover la acción evangelizadora que cumplen sus miembros y de este modo difundir la llamada a la santidad en el mundo a través de la santificación del trabajo y de las ocupaciones familiares y sociales.

Pues esto es como el núcleo a lo que nosotros tenemos que dedicarnos. Pero al mismo tiempo, Señor, pues sentimos también un poco de pena por el Padre, por la decisión del Papa de que en adelante el prelado no sea distinguido, bueno, en adelante hasta que cambie, no sea distinguido como como obispo, con el orden episcopal, porque nos damos cuenta de que es un gran bien y todos recordamos a don Álvaro y a don Javier, obispos, lo adecuado que era para su figura de pastor y los bienes que trajo para toda la obra, pero como nos dice el Padre en su mensaje, aceptamos filialmente y con mucho cariño esta medida del Santo Padre, sabiendo que nada malo puede venirnos de nuestra madre la iglesia, la iglesia de Jesucristo y por tanto pues rechazamos cualquier movimiento interior que nos pudiera separar de nuestra cabeza, porque el diablo lo intenta, claro, intenta sembrar pues malas semillas en nuestros corazones.

Y el mismo Padre nos hace ver que la ordenación episcopal del prelado no era ni es necesaria para la guía del Opus Dei en su mensaje, entonces añade una cosa bien bonita, la voluntad del Papa de subrayar ahora la dimensión carismática de la obra nos invita a reforzar el ambiente de familia, de cariño y confianza. El prelado ha de ser guía, pero ante todo, Padre. Y nosotros, Señor, pues hemos de ser ante todos buenos hijos del Padre, que le apoyamos con nuestra oración, que le encomendamos, que le apuntalamos, como decía en un momento dado don Javier, también con nuestra entrega, con nuestra lucha alegre, generosa, con nuestro apostolado, nuestra ilusión por pedirte vocaciones para la obra, etcétera.

No sé si recuerdas el final de aquella carta pastoral, una de las primeras del Padre, no en el año 2017, que terminaba con esas palabras que yo creo que a todos se nos clavaron en el corazón, hijas e hijos míos, si en este mundo tan bello y a la vez tan atormentado alguno se siente alguna vez solo, que sepa que el Padre reza por él y le acompaña de verdad en la comunión de los santos y que lo lleva en su corazón.

Pues nosotros, Señor, no vamos a dejar al Padre solo, pues en todo lo que esto supone para él, ¿no? Y por eso, muy unidos al Padre, pues intensificamos nuestra oración con su trabajo, quizás con aquella ejaculatoria, con Maria Dulcissimum Iter Servatut, un corazón dulcísimo de María, consérvanos el camino seguro, que don Álvaro lo aplicaba precisamente a éste, siguiendo a nuestro Padre, parafraseando a nuestro Padre, a este camino jurídico de la obra.

Bueno, y todas estas vicisitudes, todas estas, que si, todas estas cosillas, vicisitudes es la palabra, ¿no? Intermondanas varietates, ¿no? En medio de la vanidad de esta vida, de que si tal cual, todo esto y tantas otras cosas que pueden ocurrir y que suelen ocurrir, ¿no? En nuestra vida personal o familiar, pues pequeñas o grandes decepciones, incomprensiones, dificultades, tribulaciones, pérdidas de bienes terrenos o mundanos, que hasta ese momento valorábamos mucho.