
La fotografía como arte y denuncia, con Isabel Muñoz

Description of La fotografía como arte y denuncia, con Isabel Muñoz
Estela de Castro entrevista a Isabel Muñoz, una de las fotógrafas españolas más prestigiosas, reconocida por su estilo sensual y su capacidad de capturar la belleza y la crudeza de la realidad.
Su trabajo ha evolucionado desde el arte y la danza hacia la denuncia social, explorando temas como la violencia de las maras en Centroamérica, la explotación de mujeres en el Congo, el cambio climático y la contaminación de los océanos. A través de su mirada única, sus imágenes invitan a la reflexión sobre los problemas que afectan al mundo.
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Bienvenidas y bienvenidos a Luro de Pixel by Fujifilm.
En este capítulo nos acompaña Isabel Muñoz, una de las fotógrafas españolas más prestigiosas, reconocida por su estilo sensual y su capacidad de capturar la belleza y la crudeza de la realidad.
Su trabajo ha evolucionado hacia la denuncia social, retratando desde las maras en Centroamérica hasta el impacto del cambio climático.
A través de su mirada única, sus imágenes invitan a la reflexión sobre los problemas que afectan al mundo.
Acompáñanos en esta charla que mantiene junto a Estela de Castro.
Muchas gracias Isabel por aceptar mi invitación.
Me ha gustado mucho bucear en tu trabajo y en los temas que te interesan para preparar esta entrevista y ver cómo abordar los temas y te metes de lleno en tus proyectos.
Y además me ha gustado mucho ver el amor que sientes por la fotografía.
Bienvenida.
Muchas gracias Estela.
Bueno, te perdonamos que andas con gripe como el resto de España.
Tienes la voz un poco tomada.
Te entendemos, todos hemos pasado por eso estos días.
He visto que desde pequeña te gusta mucho la danza y aunque no te has dedicado a ello profesionalmente, siempre te acompaña y forma parte de tu trabajo, una parte muy importante de tu trabajo.
Pero también he visto que te acompaña la fotografía desde que tienes 13 años, desde que te compras una Instamatic con tus ahorros.
¿Ya en aquel entonces soñaste con ser fotógrafa? ¿O cuándo se te mete la vena de la fotografía en el cuerpo? Bueno, yo creo que analizando, yo siempre pensé que la vena había empezado a los 13 años con mi primera cámara, pero me he dado cuenta que la necesidad de contar historias y contarlas muchas veces sin cámara, tiene de mucho antes.
Me he dado cuenta que cuando era pequeña procuraba, que además eres totalmente invisible de alguna manera y siempre quería observar las relaciones emocionales, las relaciones de poder, las relaciones de amor.
O sea que realmente te das cuenta que aunque espero que evolucionemos de alguna manera, lo que son tus obsesiones y el porqué viene de mucho antes, en mi caso.
También vivías al lado de un cine y escuchabas las películas desde tu habitación y creabas las imágenes en tu cabeza.
Y yo creo que eso también me ha ayudado a crear ese mundo imaginario, a poner imágenes a la música, a poner imágenes a un diálogo.
Sí.
Empiezas a estudiar fotografía a través de cursos por correspondencia.
Antes no había tantas escuelas como hay ahora.
Hasta que abren en Madrid Fotocentro y es ahí donde conoces a tu primer maestro, que siempre he hablado de él, Eduardo Bomeñe, y al que sé que te une una bonita amistad.
¿Cómo fue aquella época en Fotocentro? La verdad es que fueron dos personas importantes.
Una, Ramón Mourelle, que Ramón daba clases, y luego la oportunidad que tenemos y compartimos un mismo maestro, que ese Eduardo no es solo un magnífico fotógrafo, yo lo digo, es como un hombre del Renacimiento, que yo creo que nos lo ha dado todo, como se lo da a todas las personas que tienen acceso a él.
Era un momento mágico.
Yo estaba casada y tenía gemelos y, claro, podía hacer según qué cosas, y para mí el aprendizaje con Eduardo fue muy importante y lo sigue siendo.
Nos une un cariño muy importante.
Sí, lo sé, lo sé.
Yo siempre digo que la vida es un puzle y que hay personas que te aportan mucho y que es una pieza importante, y Eduardo Bomeñe es una de esas piezas en el puzle de mi vida también muy importante.
También a mí me ayudó a crecer y a creer en mí misma también, como a ti.
Claro, que si tú te imaginas, cuando estás empezando, que te den la oportunidad de ser ayudante, porque además es que Eduardo es mucho, es Eduardo, te lo da todo, y la verdad es que para mí fue...
Aprendí muchísimo y le quiero un montón.
Yo también, yo también.
Bueno, visto que los temas que te interesan, pues los seres humanos, el cuerpo, la sensualidad, las injusticias sociales, los problemas medioambientales, los animales...
Pero tu interés por la danza es lo que te lleva inicialmente a viajar por Camboya, país que has visitado en varias ocasiones, no solo para hablar de la danza, sino también de las minas antipersona o de enfermos terminales de sida en un hospital donde iba a morir la gente.
¿Camboya es un país que te ha marcado en tu vida y en tu carrera? Sí, Camboya ha sido...
Es, ¿sabes? Porque yo no puedo fotografiar nada que no ame, y la verdad es que Camboya ha marcado.
Además, fue de la mano de dos personas, Quique Cidaredo, por un lado, y Evasio Sánchez, que me hicieron ver una realidad que hasta entonces no había tocado con la cámara.
Y sí, o sea, me ha tocado.