Fotografía y Génesis Canarii con Rodrigo Roher

Bienvenidos de nuevo a Humanistas sin complejos. Hoy recibimos a Rodrigo Roher para hablar sobre su trabajo, Génesis Canary, y sobre la fotografía como forma de vida, de pensamiento y de relación con el mundo. A lo largo de la conversación exploramos el origen de su mirada, la evolución de su estilo y su forma de entender la fotografía de calle. Hablamos de color, proyectos y más cosas. Espero que disfrutéis de la charla. Tenéis más información en la descripción del proyecto. Y nada más, empezamos.

Este episodio está patrocinado por Serial180, o sea, por mí. Y si estás montando un negocio, necesitas un contrato o quieres hacer las cosas bien desde el principio, ya sabes, sin chapuzas ni sustos legales, entra en Serial180.com y te ayudamos.

Bienvenido Rodrigo, ¿cómo estás? Hola Alexis, pues bien, encantado de estar aquí contigo y de compartir este momentito y esta charla, que seguro que va a ser muy agradable. Te comentaba que, bueno, para mí también es muy especial porque este podcast empezó en el año 2020, a principios, y empezó siendo un podcast presencial, pues esa era la idea.

Pero todos recordamos que llegó el COVID y la pandemia, entonces los planes cambiaron en su momento y pasó a ser un podcast en formato online. Y ya, dada la comodidad que tiene el online, pues se quedó de esa manera. Y hoy contigo recuperamos esa idea inicial que tenía yo cuando empecé este podcast, con la ayuda de Eduard en su día, haciéndolo presencial.

Yo estoy muy contento e incluso un poco nervioso. Pues ya somos dos, porque para mí, aunque he hecho varios podcasts, sobre todo los relacionados con la fotografía, lógicamente, que es de lo que vamos a hablar, me imagino, aunque luego la conversación nos pueda derivar en otros de roteros, pero es el primero que hago presencial.

Y me apetecía hacerlo presencial y, bueno, tú sabes las dificultades que hemos tenido para poder quedarnos. No es fácil en una ciudad grande que poder quedar y poder cuadrar agendas, pero estoy muy contento de que sea presencial porque creo que estas cosas no se tienen que perder, que sea una conversación a través de un teléfono, siempre hay algo que se pierde en la línea.

Más bonito, ¿no? Más bonito.

El hecho de quedar, de verte...

Más chulo. Además, el espacio al que me has traído es súper acogedor, está muy bien.

Sí, que por cierto, hay que agradecer al espacio. Estamos en Madrid, en el barrio La Pies, es un espacio que se llama Blucher, es un coworking y tiene servicio de días o recurrente mensual para aquella gente que necesita un espacio para trabajar. Así que desde aquí les agradecemos la cesión de este despacho.

Rodrigo, ¿quién es Rodrigo Roer? Primero como persona y después podemos entrar ya a la faceta más artística.

Rodrigo Roer es un... Bueno, primero es un nombre artístico de Rodríguez Hernández.

¡Ah, amigo! Lo sabía muy bien. Luego me dijeron, coño, pues ¿por qué no te has puesto Rodrigo Rodríguez? Que mola mucho, ¿no? Pero es un poco la batalla de mi vida. Yo soy de un pueblo de Salamanca, de Ciudad Rodrigo, entonces era Rodrigo Rodríguez de Ciudad Rodrigo. Era como, entonces, siempre a la gracia de los niños. Entonces en el primer momento que tuve la necesidad, a lo mejor no tanto la necesidad, pero sí de poner una imagen de marca, digámoslo así, pues me ocurrió esa contracción del A-R-H-R de Hernández.

Rodrigo es un tío, un castellano de pura cepa, como dice mi amigo Fernando. Una isla, muy poco isla, bastante isla. Casi todo lo isla que puede ser una persona a día de hoy, ¿no? Muy tímido, muy tímido, con el tiempo lo vas pagando, esa timidez, ¿no? Pero se mantiene ahí, con un tío que le gusta estar mucho tiempo solo, entonces eso puede ayudar en determinadas disciplinas, como la fotografía, ¿no? Que le gusta mucho caminar, le gusta mucho el deporte, le gusta mucho el cine, la lectura, la fotografía, casi cualquier tipo de expresión artística. Y un tío casi ya cerca de los 50, de hecho pasa mañana, cumplo 49. Y con esta perspectiva que te da la vida ya, cuando ya has pasado casi el medio siglo, que todavía no me lo creo. O sea, cuando hablo y digo que estoy cerca de los 50 ya soy un señor con todas las letras, ¿no?