Mario y Lola se conocen en una fiesta a la que asiste parte de la clase acomodada de la sociedad y la política barcelonesa y, a pesar de no estar hechos el uno para el otro, sienten una curiosidad mutua que los lleva a citarse a escondidas al cabo de unos días. La muerte accidental de ella en este encuentro hace que Mario decida huir a Lisboa donde, a la búsqueda de una justificación creíble para su viaje relámpago, se convierte en el involuntario e inesperado causante de la muerte de un narcotraficante. Al mismo tiempo causa, pero también testigo del asesinato, será él quien se encuentre en el punto de mira de unos sicarios que no parecen tener la intención de dejar el trabajo a medias, de manera que lo buscarán por toda la ciudad. Es aquí donde Mario, ayudado por Ricardo, un jubilado lisboeta esotérico, y unos estrafalarios amigos escampados por la ciudad, irá esquivando a los asesinos mientras rehace la historia y los misterios de Lola en base a un secreto que ella le dejó como legado, las conversaciones con Ricardo y una pintura llena de señales ocultas: Desayuno sobre la hierba de Manet
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