
Fulvia, la romana que se atrevió a liderar una guerra
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Tras la muerte de Julio César, la esposa de Marco Antonio fue acusada de provocar la guerra civil en Italia, poniéndose ella misma al frente de las tropas contra Octavio.
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Hoy hablaremos de Fulvia, la mujer que dirigió un ejército.
La compleja situación política y social de finales de la República Romana propició que ciertas mujeres alcanzasen cotas de poder nunca vistas hasta entonces.
Algunas influyeron en importantes decisiones políticas, otras hicieron de mediadoras para que se firmasen tratados, pero solo una se atrevió a liderar una guerra, Fulvia.
Perteneciente a una importante familia de la élite romana y única heredera de una gran fortuna, Fulvia se casó cuando tenía unos 18 años con un miembro de la clase patriciarromana, Publio Clodio Pulcro.
Tribuno de la plebe y senador, Clodio estuvo implicado activamente en las luchas por el poder en Roma a mediados del siglo I a.C., al frente de una banda de matones a sueldo que llenaba las calles de Roma de sangre y de violencia.
En el año 52 a.C., Clodio fue asesinado por Milón, otro político romano y jefe de otra banda.
Temiendo que los enemigos de su esposo tomaran represalias contra ella o sus hijos, la viuda se erigió en defensora de la memoria de Clodio para atraerse el respaldo de los seguidores de su marido y, sobre todo, su protección.
Una fuente explica que Fulvia mostró al pueblo el cadáver de su marido con las heridas mortales bien visibles y la multitud lo llevó hasta la entrada del Senado para erigir allí la pira fúnebre.
Poco después, ella y su madre prestaron testimonio en el juicio contra el asesino de su marido y con sus lágrimas consiguieron conmover al tribunal.
Milón fue condenado, pese a que su defensa estuvo a cargo de Cicerón.
El famoso orador, de carácter bastante vengativo, nunca perdonó a Fulvia por esta derrota.
Entonces, Fulvia se casó con Cayo Escribónio Curión, con quien tuvo un hijo.
Este matrimonio fue breve y terminó de nuevo de manera sangrienta, ya que Escribónio murió en el campo de batalla mientras luchaba en África.
El tercer y último matrimonio de Fulvia fue con el famoso político y militar Marco Antonio, el principal aliado de Julio César desde el año 49 a.C., cuando el dictador pasó el Rubicón.
Con este enlace, Fulvia se encontró dentro de la élite del poder romano, en el círculo más íntimo de César.
Tras el asesinato del dictador en las idus de marzo de 44 a.C., Roma se sumió en una vorágine de maniobras políticas y guerras que al final acabó en un duelo entre los dos hombres que aspiraban a suceder a César, Marco Antonio y Octavio, hijo adoptivo del dictador y futuro emperador Augusto.
En apoyo de su marido Antonio, Fulvia tendría en esos años un protagonismo político inaudito para una mujer romana.
En diciembre de 44 a.C., Cicerón acusó a Marco Antonio de querer convertirse en un déspota y propuso al Senado que lo declarara enemigo del Estado.
Fulvia decidió pasar a la acción en defensa de su marido, que se había refugiado en la Galia Cisalpina.
Según el historiador Apiano, Fulvia estuvo toda la noche yendo a casa de los senadores más influyentes con la madre de Antonio y el hijo que tuvo con éste.
Y a la mañana siguiente, cuando se debía votar la moción, se plantó en la entrada del Senado vestida de riguroso luto, suplicando y llorando.
Su acción logró conmover a los duros senadores romanos y, finalmente, Antonio no fue condenado.
Un año más tarde, Antonio recuperó su posición al formar con Octavio y Lépido el llamado Segundo Triunvirato.
Los tres se repartieron el poder y los territorios romanos al tiempo que emprendían una implacable persecución de sus rivales a través de las proscripciones, es decir, listas de ciudadanos, a los que se declaraba fuera de la ley.
Eran ejecutados y sus propiedades confiscadas.
Según los historiadores antiguos, Fulvia participó activamente en esta persecución.
Dion Casio escribe que se aprovechó de las circunstancias para hacer matar a muchos, por odio o por dinero, entre los que se encontraban hombres que ni siquiera eran conocidos por su marido.
Pues al menos una vez dijo él al ver la cabeza de uno de ellos, a ese no lo conozco.
En ese periodo se situó también el asesinato de Cicerón por esbirros de Antonio.
Según el mismo Dion Casio, Fulvia deshonró la cabeza del orador antes de que Antonio ordenara exponerla en la tribuna del foro junto con sus manos cortadas.
Finalmente, Marco Antonio marchó con Octavio hacia Oriente.
Lépido permaneció en Roma y Marco Antonio dejó a Lucio, su hermano, y a Fulvia para que administraran sus asuntos privados.
Tras derrotar a los asesinos de César en la Batalla de Filipos, Octavio volvió a Italia y Antonio se quedó en Oriente.
Pero Lucio y Fulvia se opusieron a la campaña de expropiaciones de Octavio para asentar a los veteranos.





















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