Giordano Bruno - La Cena de las Cenizas (Quinto diálogo)

Hola a todos los amigos de Filosofía Funtes. Estamos nuevamente con Jordano Bruno, La cena de las cenizas, último diálogo, el diálogo quinto, donde Jordano Bruno nos lleva más allá de la cena misma. Se atreve a cuestionar lo que durante siglos se consideró pero intocable, el firmamento, el movimiento de la tierra y hasta la naturaleza de la vida y de la muerte.

Con ejemplos sencillos como el de un barco en la distancia que aparece quieto aunque se mueva, Bruno abre un horizonte nuevo infinito y poco a poco nos revela que la materia, lejos de ser algo inerte, late y late con un dinamismo propio. ¿Qué significa esto para nuestra visión del universo y para la idea misma de lo que somos? Acompáñanos en este episodio donde el nolano rompe las esferas del viejo mundo y nos invita a pensar en un cosmos sin límite. Así que sin más dilación vamos allá.

Bueno, después de la vergonzosa actuación de Torcuato, vuelven a reunirse Teófilo, Smith, Fruya y Prudencio para escuchar el resto de la historia. Entonces Teófilo les habla sobre algo que Bruno señaló con respecto a las estrellas fijas porque dijo el nolano que afirmaba que no tiene sentido hablar de un lugar privilegiado donde las estrellas están clavadas como si la osa mayor o la tierra misma fuesen puntos especiales en una gran esfera de cristal.

Para él tanto la tierra como las demás estrellas están distribuidas en un mismo espacio etéreo, infinito, separadas por sus propias distancias como en un campo sin límites. ¿Pero de qué está hablando aquí? ¿Qué estamos criticando específicamente? El concepto, muchachos, de estrellas fijas porque en la astronomía antigua medieval las estrellas fijas eran aquellas que parecían no moverse entre sí en el cielo a diferencia de los planetas llamados precisamente planetay en griego que significa errantes porque se desplazaban respecto al fondo estrellado.

Las demás estrellas mantenían sus posiciones relativas de forma constante, o sea cuando uno tenía la constelación de la osa mayor, siempre con la misma forma. Orión, si usted mira al cielo es siempre la misma forma. Está el cinturón de Orión con sus tres estrellitas o como algunos le dicen también las tres marías. Usted siempre las ve ahí, siempre las ve ahí. En cambio los planetas siempre tienen un movimiento un poco menos, o sea bastante más contingente que el de las estrellas.

Y de ahí surgió entonces la idea de que todas esas estrellas están como clavadas y están clavadas en una esfera cristalina que era la llamada octava esfera que giraba de forma uniforme alrededor de la Tierra. Eso en el sistema geocéntrico porque también se decía que estaba alrededor del sol en el sistema copernicano. Entonces esa esfera explicaba la estabilidad de las constelaciones. Y bueno esto lo había señalado Aristóteles excelentemente. Uno digamos sin los instrumentos que pudiera tener uno hoy o quizás sin el razonamiento de tantos pensadores, filósofos, era lógico pensar quizás que las estrellas justamente eran fijas.

Entonces no parecen moverse unas respecto de otras. Y es lo mismo que pasa cuando miramos desde el horizonte. Distinguimos las distancias cercanas pero a partir de cierto punto todo parece igual de lejano. Y así estrellas muy distintas en tamaño o en ubicación pueden parecer idénticas o inmóviles a nuestros ojos. Bruno agrega un ejemplo brillantísimo, clásico también y célebre que es el de una nave muy lejana en el mar. Imagínense una nave, un barco muy lejano en el mar. Aunque se mueva muy lejano