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Comentarios
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El caso es que, ciertamente, el Reino de Aragón en el siglo XVII era una "entidad política con proyección internacional capaz de mandar tropas y levantar ejércitos". Todo ello -igualmente cierto- considerando que el rey de Aragón era el mismo que el de Castilla (en la época descrita, Felipe III de Aragón y IV de Castilla). Puede parecerle absurdo visto desde la óptica y el estado de cosas del siglo XXI pero en el siglo XVII no lo era en absoluto. Es oportuno señalar a este respecto para entender el por qué, que en aquella época nuestros reyes ostentaban además títulos soberanos sobre multitud de principados, ducados, condados y señoríos por toda Europa, África, América y los mares del Sur. En esta monarquía compuesta, al menos en Europa, cada Estado conservaba, sin embargo, sus propias leyes, parlamentos, fórmulas de gobierno y poderes tales como el de levantar ejércitos. Y existía una proyección internacional en el marco de la política exterior de la monarquía hispánica (por ejemplo, pocos años después veremos al almirante aragonés Pedro Porter Casanate explorando las costas de Baja California con la intención de fundar allí el virreinato del Nuevo Reino de Aragón, con autorización del rey). Y el reino tenía competencia para organizar su defensa levantando ejércitos y mediando autorización de las Cortes de Aragón (esto es, los cuatro brazos o estamentos del reino decidiendo conjunta y unánimemente con el rey en parlamento). Así sucedió en el caso del socorro de tropas aragonesas a Fuenterrabía y posteriormente a lo largo de esa guerra y las posteriores de ese siglo. No es, pues algo absurdo: es la realidad tal y como está documentada y científicamente constatada por la disciplina de la Historia. Un hecho sin discusión que corresponde al siglo XVII, no al XXI, por lo que sería bueno no valorar estos hechos a la luz de nuestra situación actual. Hacer tal cosa sería incurrir en un grave error que todo historiador riguroso debe evitar y que solemos llamar "presentismo". Por lo demás, los reinos hispánicos están en España y no "negamos" el derecho a llamarla así. Lo que pasa es que, al referirnos a la estructura política que regía sobre los Estados existentes en la península ibérica (recuerda que en esos años Portugal también tenía al rey Felipe como monarca) es más ajustado y preciso utilizar con frecuencia los términos "Monarquía Hispánica" o "Imperio español". Italia y Alemania en aquella época eran conceptos fundamentalmente geográficos aunque en el caso de Alemania y norte de Italia también políticos (muy laxos, eso sí) por la existencia del Sacro Imperio Romano Germánico que los abarcaba. Por último, cabe decir que el relato de Aragón y su Historia parte casi literalmente de lo publicado por historiadores profesionales, académicos, expertos de intachable trayectoria científica que basan sus interpretaciones únicamente en hechos constatados. El caso que nos señala dista mucho de prestarse a interpretaciones sesgadas y está reconocido por las corrientes historiográficas de todo signo, desde las de carácter más tradicional y conservador a las más innovadoras y revisionistas. Para comprobar por usted mismo invitamos cortésmente a que se documente con respecto a la historia española de los siglos XVI y XVII acudiendo a la infinidad de trabajos publicados por los historiadores serios de las universidades españolas y extranjeras (con hispanistas especializados en esa etapa histórica tan brillantes como John H. Elliott, Raymond Carr o Henry Kamen). Estamos convencidos de que dichas lecturas ayudarán a contar con criterios más sólidos acerca de este periodo histórico y de los contenidos de nuestro programa o de cualquier otra información histórica a la que acceda. Reciba un cordial saludo
Hablar del Reino de Aragón como una entidad política con proyección internacional capaz de mandar tropas y levantar ejércitos es absurdo y se os ve el plumero. No tenéis problema sin embargo en hablar de "Alemania", "Paises Bajos" o "Italia", mucho mas descentralizados que la Monarquía Hispánica o Imperio español, al que si que le negáis contra toda bibliografía el derecho a llamarse España. En fin, lo de siempre...