Estos días mis hermanos me pidieron el servicio de hermano mayor, que es el general de la orden, y aquí estoy, como un pequeño al que se le pide que ofrezca su pequeñez y su pobreza para acompañar la vida de los hermanos.
Queriendo confiar en el Señor, por una tarea que siempre es superior a nuestras fuerzas, como le dijo el ángel al profeta Elias cuando él se sentía cansado.
Se sentía, con miedo, e hizo una oración en la que se deseó incluso la muerte. Un ángel le tocó en el hombro y le dijo: “come y bebe que el camino es superior a tus fuerzas”.
Me acompaña siempre este sentimiento, esta verdad, de que solamente somos eficaces y hacemos algo
algo valioso cuando cuando nos hacemos pobres, cuando nos desarmamos.
Me encuentro con esta actitud, de manos vacías, de estar desarmado para lo que venga por delante, lo que el señor
quiera pedir, y os invito a hacer lo mismo, a no tener miedo, a la propia pobreza, que es en la que Dios hace germinar la verdadera fecundidad de la iglesia.
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