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By Entidad Oscura Oficial Los Hilos De La Tramoya
Los Hilos De La Tramoya: Episodio 20 - ¡Quiero mi avión! (Final de temporada)

Los Hilos De La Tramoya: Episodio 20 - ¡Quiero mi avión! (Final de temporada)

3/17/2025 · 35:06
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Description of Los Hilos De La Tramoya: Episodio 20 - ¡Quiero mi avión! (Final de temporada)

¿Puede una empresa meterse en problemas por no indicar en sus anuncios cuándo una escena es ficción publicitaria? En esta último episodio de la segunda temporada analizaremos un subrealista caso (increíble, pero real) de un par de alocados tipos que decidieron pelear contra Pepsi por conseguir un avión que, según uno de sus anuncios, podía conseguirse por 7 millones de puntos😦

¡Nunca viene mal un poco de humor! 😂

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Antes de dar inicio al episodio, te recuerdo que tengo, actualmente, dos libros publicados en Amazon.

Uno es el libro de este programa, con el título, Los hilos de la tramoya, crónica de un podcast.

El segundo, acaba de salir, y, si te gusta la criminología, hará tus delicias.

Se llama, Villanos, cuando la ficción se vuelve realidad.

Ambos libros están disponibles tanto en edición física como electrónica.

Elige la que prefieras y disfruta, por un módico precio, de unas buenas horas de lectura.

Bienvenidos al episodio número 20 de Los hilos de la tramoya.

Es el último episodio de esta segunda temporada, pero tranquilos, pronto habrá más.

Sabéis que, debido a múltiples motivos, la publicación de episodios en esta segunda temporada ha sido mucho más lenta de lo que debería, ya que he estado sin publicar nada durante muchos meses.

Pero lo importante es que, poco a poco, los episodios vayan saliendo.

Al fin y al cabo, no le debo nada a nadie, ni nadie me presiona para publicar.

Sabéis de sobra que yo prefiero, en todos los aspectos, calidad a cantidad.

Iba a terminar la temporada con un caso terrible, pero, dado que la tónica general de esta segunda temporada se ha mantenido muy oscura, he cambiado de opinión, y voy a cerrarla con un tema que se aleja bastante de temas siniestros.

Sin embargo, es un caso realmente interesante, por lo increíble que es, en cambio, es algo totalmente verídico, y, sin duda, podría decir que es el caso más subrealista que he tratado hasta el momento.

Durante la narración de este caso, hay ocasiones en las que se roza la comedia, pero no es ningún chiste.

Esto ocurrió de verdad.

Pero es que, lo bonito de los temas que abordo en mi podcast, es que lo sorprendente puede estar en casi cualquier cosa.

Esto no es un podcast exclusivamente de criminología, aunque a veces, en los casos que traigo aquí, haya muertos, y sangre, mucha sangre.

Las sorpresas pueden esperarnos bajo muchos asuntos, y no tienen por qué ser oscuros siempre.

Espero que disfrutéis de los siguientes minutos, y, sobre todo, os sirvan para aprender cosas, que eso es siempre lo más importante.

Gracias por estar ahí, al otro lado, una vez más.

Para el viaje de esta ocasión, debemos irnos a los años 90.

Una gran época, también a nivel de marketing.

Las empresas hicieron sus mejores anuncios, divertidos, frescos, novedosos, y, sobre todo, sin miedo al que dirán, que provocaban que, quienes los viesen, realmente sintieran atracción por la marca que se publicitaba.

Fueron anuncios, en pocas palabras, hechos con ganas.

Muchos de esos spots televisivos quedaron, para siempre, en la mente del público, y aún hoy se recuerdan.

Sin embargo, bajo la alegría y desparpajo de esas campañas publicitarias, se desarrollaban guerras comerciales, más vivas que nunca.

Una de las mayores, se daba entre Coca-Cola, el refresco de cola por excelencia, y Pepsi, quien era su más directo rival.

Los equipos de marketing se dejaban los sesos por hacer las campañas más atrayentes posibles, por mostrar que ellos, y no los otros, eran los mejores.

Entonces, el competidor de Coca-Cola, decidió dar un golpe de efecto, y crear los llamados puntos Pepsi.

A través de la acumulación de esos puntos, los cuales la gente podía obtener cada vez que adquirían latas o botellas de la bebida, los compradores podían hacerse con merchandising de la marca.

Camisetas con el logo de Pepsi, gafas de sol, mochilas, gorras, y chaquetas podían ser tuyas.

Lanzaron, por tanto, un catálogo, donde se mostraban los productos que se podían conseguir, así como la cantidad de puntos Pepsi necesarios para cada uno.

La gente, sobre todo la gente joven, no dudaban arrancar las etiquetas de sus botellas, bajo las cuales venía el número de puntos que se habían obtenido en cada ocasión.

Era su oportunidad para presumir de tener una nueva chaqueta, unas nuevas gafas, o lo que sea, y ser el tipo molón de tu colegio, instituto, o universidad.

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