Historia de Olfelma Pelayo Rincón, los tamales de doña Ofelma, un sabor que no iguala nadie

Si esta es la serie dedicada a las mujeres que comparten su legado sus vivencias experiencias de señoras por canadá también la culinaria ausencia en la pintura está en la serie que llega a la religión historia viva mujeres en su labor oye sangil región historia viva crees que dejan huella de san gil región historia viva tres mujeres que dejan huella hoy presentamos la historia de ofelia pelayo rincón los tamales de doña ofelia un sabor que no igual a nadie me dedico a mí me empresita pequeña tan males y bollos de lunes famosamente aquí en santander o aquí en san gil en esta región los famosos bollos del uno simplemente se encontraban los meros lunes pero ahora ya como la tradición y todas las cosas han cambiado mucho ahora de todos los días los tamales también que antiguamente también eran para la navidad también hago masato hago empanadas así sucesivamente lo que no puedo hacer cuando fela pelayo rincón recuerda su época de niñez sienten nostalgia de los días más felices de su vida rodeada de naturaleza acompañada de sus dos hermanos y corriendo por los campos y veredas jugando a los trompos y las muñecas recuerdo en mi vida muy linda porque en el pasado las cosas son muy lindas no tan infancia era una infancia muy sencilla muy honesta muy inocente la inocencia que en la niñez teníamos nosotros cuando nos galavan por ahí un muñequito en la navidad es dar una felicidad era lo más hermoso pero la reminiscencia que más le genera sentimiento de satisfacción son los momentos que vivió al lado de su hermana mayor roselia que en paz descanse que había aprendido a elaborar tamales en su colegio y cada navidad se dedica la fabricación de los mismos a ella le disgustaba que la vieran elaborarlos envueltos y se encerraba en la cocina para su fabricación a la única que dejaba entrar era su hermanita menor o pelma o pelma nació en mil novecientos cincuenta y seis en el valle de san josé en una familia numerosa sus padres isma mael pelayo martínez y maría rebeca rincón sánchez porque mi papá era una persona muy muy linda muy sincera muy trabajador en el campo nunca faltó para nuestra familia fue un hombre intachable que hoy sea mi hogar que quisieran feroz y también mi papá murió en mi brazo esos eso para mí fue duro y él nunca nos faltó con el sustento para ningún aunque en esas temporadas pudieron dar estudio nos dieron un buen ejemplo nos enseñaron valores a trabajar hacer valientes y hacer fuertes recuerdo y aun vez mi sueño con él para of elma la choza china siempre ha sido su fuerte ella sabe que en este sitio puede desplegar sus mejores habilidades y quienes prueban sus platos quedan no sólo satisfechos sino también agradecidos por el sabor de sus manjares propios de la culinaria regional tenía doce años cuando hice los primeros molinos de pelao quieran para llevar a los obreros a los trapiches a a las moliendas para escena los obreros y el primer acuerdo el primer día que hice esos molinos de pelado fue había mucho trabajo y ella ya llegó el día de de que tenían que separa el trapiche y no habían los molido oye ya se ve por la mañana y ahí yo no sé qué le voy a dar a los tapiceros soy yo calladita cuando mi mamá se fue yo me fui cogí maíz lope le hice todo lo que yo le veía que mi mamá es hilo hácia mi madre recuerdo que cuando llegó mi mamá a las seis de la tarde yo ya se los había hecho de eliseo la venta de tamales comenzó hace treinta y cuatro años mientras vendía tomates en la plaza de mercado se percató que los envueltos disponibles en la plaza de mercado no tenían el sabor ni la calidad de los que ella elaboraba en casa me fui me compré una libreta de maíz me compré la carne y llegué y lo hice y al otro día de hoy madrugué llegue antes de las ocho me dijeron las vecinas las compañeras de brown porque vamos a trabajar está mal claro y joshua y a las siete y media ya estudiadas dentro con el canasto de acuerdo que el treinta me compraron eso cuando la señora llegó yo ya había duré dos años vendiendo ambulante yo me bajaba en el puente y me iba vendiendo hasta la plaza oreja once ya me conocían el secreto de