II Certamen Cuentos del bosque oscuro 2025 - Fantasía

La luna deslumbrante asoma entre los árboles. La oscuridad de la noche lo inunda todo, y una tenue niebla comienza a aparecer. Adéntrate en el bosque, busca al árbol viejo, siéntate a su lado. Ponte cómodo, cierra los ojos y escucha la historia que traen hasta ti las criaturas de la noche. Bienvenidos. Estos son los cuentos del Bosque Oscuro. Si te gusta lo que hacemos, recuerda suscribirte. Es totalmente gratuito y estarás al tanto de la aparición de nuevos audios.

Y recuerda darle a me gusta antes de que acabe el audio, que no se te olvide. ¿Quién sabe qué horribles pesadillas nos aguardan después? Segundo Certamen de Poema, Microrrelato y Relato, Cuentos del Bosque Oscuro, Fantasía Poema Finalista Hija del Crepúsculo De Juan Ángel Laguna Hedroso, al bosque sombrío no vayas, pequeña, del manto umbrío no arranques la leña, ni flores, ni hierbas, guárdate de todas ellas.

Con las gentes de Avalón no comuniques, mi reina, pues discurre por tus venas la vieja sangre de Oberón. Al mirar en el espejo de las aguas estancadas verás claro en el reflejo que la estirpe de las hadas mora en tus rasgos, cual regia corona diadema que orna tu honor y tu rango. Son tus siervos los trasgos que por aldeas y granjas atormentan a las damas y perpetran esos raptos con los que salvar al pueblo olvidado en declive, que bebés ya no concibe sólo recuerdos siniestros.

¿Has de ser tú su monarca, gobernar en los confines más allá del fosco linde, donde la magia aguarda con la vana esperanza de renacer sin tardanza? Habrás de beber la sangre de los niños excambiados de los suyos separados para darles nuevos padres.

Ser madre de sus sombras, ser reina de cenizas, sutil como la brisa que mora en las pozas.

No te adentres, mi pequeña, en la fosca espesura, y escapa con premura de la sangre que en ti sueña.

Poema ganador Druidas y Druidesas De Maite Martín Camuñas Rezan los magos bajo el aliento antiguo del bosque, donde cada hoja susurra y cada raíz esvena de la tierra. Sus voces, cántaros llenos de luna, se alzan entre ramas que tiemblan de memoria. Ruegan por piedad, que la fe de las cruces no tale los cantos, ni arranque el alma de los árboles. La madre tierra despierta y escucha.

Con ojos de líquen y lágrimas de rocío, ve a sus hijos marchar, serenos, en túnicas blancas.

En su pecho cruje una grieta nueva. El viento habla por ella.

No os abandonaré, cada gota de vuestra sangre.