La incorporación de la vulnerabilidad social en la gestión integral del riesgo de inundación

Hola a todos, bienvenidos a una nueva inmersión. Hoy nos vamos a sumergir en un estudio fascinante
sobre la vulnerabilidad social al riesgo de inundaciones en España.
Oye, un tema de absoluta relevancia. Y más aún después de las inundaciones devastadoras
que vimos en Valencia en octubre de 2024. Totalmente, este estudio publicado en la revista
española de sociología firmado por Guadalupe Ortiz, Antonio Aledo, Pablo Aznar Crespo
y Jorge Osinacantos nos invita a ir más allá de las típicas soluciones de infraestructura.
De qué nos sirve un dique si la gente no sabe cómo reaccionar o no tiene los recursos
para prepararse. Esa es la clave. El estudio nos lleva a comprender
cómo los factores sociales pueden convertir un evento natural en una verdadera catástrofe
para ciertas comunidades. Claro. A ver, hablemos de la gestión de inundaciones.
Siempre pensamos en diques, presas, planes de evacuación. Pero, ¿dónde encaja la gente
en todo esto? Tradicionalmente, la gestión de riesgo se
ha centrado en lo que llamamos defensas estructurales. Pero cada vez hay más conciencia de que no
es suficiente la vulnerabilidad social. Es decir, la susceptibilidad de una comunidad
a sufrir daños es un factor crucial que a menudo se pasa por alto.
O sea, que no se trata solo del agua, sino de cómo la gente se enfrenta a ella y qué
hace que una comunidad sea más vulnerable que otra. Es solo cuestión de ingresos, por
ejemplo. Es mucho más complejo que eso. Imagina dos
barrios ambos con ingresos similares. Uno tiene fuertes lazos comunitarios, redes de
apoyo y conocimiento del riesgo. El otro está más fragmentado, con poca confianza
en las instituciones y escasa información sobre cómo actuar ante una inundación. ¿Cuál
crees que sufrirá más? Pues tiene sentido. Primero, a pesar de
tener los mismos recursos económicos, está mejor preparado socialmente para enfrentar
la crisis. Exacto.
¿Y cómo mide este estudio esa vulnerabilidad social?
El estudio critica el uso exclusivo de los índices de vulnerabilidad social tradicionales,
que se basan principalmente en datos demográficos como la edad o el ingreso. Argumentan que
se necesita un enfoque más profundo. ¿Más profundo en qué sentido? ¿A qué se
refieren? Bueno, el estudio propone analizar la vulnerabilidad
en tres niveles generativo, adaptativo y experiencial.
Suena complejo. Desglosemoslo. ¿Qué significa generativo? Me imagino que tiene que ver con
el origen de la vulnerabilidad, ¿no? Exactamente. El nivel generativo explora las
causas profundas, a menudo arraigadas en estructuras sociales, políticas e históricas. Piensa,
por ejemplo, en modelos de desarrollo que priorizan el crecimiento económico a cualquier
costo, ignorando los riesgos ambientales, o en la falta de inversión en infraestructuras
resilientes en barrios marginados. Entiendo son factores que a primera vista
no parecen relacionados con las inundaciones, pero que a largo plazo crean las condiciones
perfectas para que una inundación se convierta en una tragedia.
Y esto nos lleva a preguntarnos, ¿cuáles son las estructuras o decisiones que podrían
estar creando vulnerabilidad en nuestras propias comunidades?
Una pregunta para reflexionar, sin duda, pero antes de seguir con esa introspección, hablemos
del siguiente nivel, el adaptativo. ¿Qué nos dice el estudio sobre este aspecto?
El nivel adaptativo se centra en las capacidades de la comunidad para afrontar una inundación.
No se trata solo de resistir el impacto, sino de prepararse, responder de manera efectiva
y recuperarse.
Ah, vale. ¿Y cuáles son esas capacidades? ¿De qué hablamos exactamente?
Piensa en el conocimiento del riesgo. La gente sabe qué hacer durante una inundación. Existe
un sistema de alerta temprana eficiente. También entran en juego las redes de apoyo comunitario,
la confianza en las instituciones, el acceso a la tecnología y la comunicación, y por
supuesto los recursos económicos.
Claro, si una comunidad tiene un buen sistema de alerta, la gente confía en las autoridades
y se ayudan. Entre sí estarán mucho mejor preparados para afrontar la situación.
Exacto, y aquí viene lo interesante. Estas capacidades se pueden desarrollar y fortalecer,
no son estáticas.
O sea que una comunidad puede volverse más resiliente a las inundaciones.
Si imagina un pueblo donde se implementan programas educativos sobre el riesgo de inundación,
se establecen puntos de encuentro seguros y se organizan simulacros de evacuación.
Eso, junto a una buena comunicación entre las autoridades y la comunidad, puede marcar
la diferencia.
Suena prometedor, es como pasar de ser víctimas pasivas a protagonistas de nuestra propia
seguridad.
Y hablando de experiencias, ¿qué hay del tercer nivel del Experiencial? ¿De qué se
trata?
Este nivel analiza cómo los diferentes grupos sociales experimentan el impacto de una inundación,
porque aunque el agua nos afecte a todos, no lo hace de la misma manera.
Claro, no es lo mismo vivir una inundación si eres una persona mayor que vive sola, que
si eres una familia joven con recursos y una red de apoyo sólida.
Exactamente, factores como la edad, el género, la clase social, el origen étnico, la discapacidad,
todo influye en cómo se vive un desastre.
Es decir, que la vulnerabilidad tiene muchas caras.
Y este estudio, ¿cómo propone abordar esta complejidad? ¿Se queda solo en el análisis
o aporta soluciones?
El estudio va más allá del diagnóstico. De hecho, presenta un modelo que puedes ver
en la figura 1 para integrar estos tres niveles de vulnerabilidad y convertirlos en acciones
concretas.
Me gusta pasar de la teoría a la práctica. ¿Y cómo funciona este modelo vulnerabilidad?