Insularidad, turismo y Cuaresma

Va un día todo día. El día pasó un año más. Me refiero al día de los sillos baleares, disfrazado, eso sí, de cualquier cosa menos de lo que hay que tener, y es el reconocimiento estatutario de una dotación presupuestaria equiparable al enorme aumento de población que experimenta esta insularidad. ¿Para qué? Quepamos todos con lo esencial, dignamente asegurado, que vendrán muchos turistas y han de ver la casa arreglada y los servidores bien peinados, limpios y arreglados, contentos y con un lugar decente donde ir a dormir y descansar después de apurar la jornada laboral. En la ITV de Berlín nos acaban de adelantar que llegarán un millón más de turistas, es decir, 20 millones. ¡Toda riqueza! ¡Mein liebe! Por eso los hoteleros afirmaron en Berlín que Mallorca no es un destino ni saturado ni colapsado. ¡Toda castaña! Y mañana, otro día, el de la mujer, no la de si se puede o se podía, no, las otras, las de verdad, las que cada uno tenemos en nuestra mente, las que admiramos como mujeres de verdad, que no necesitan hacer payasadas para brillar o reivindicarse.

Y hace días que ha comenzado la cuaresma, no lo digo porque un servidor sea un mojigato, me apilas, no, no, lo digo porque los medios, televisión, radio, periódicos, etcétera, estaban anunciando, casi con repique de campanas, que empieza el ramadán, que si el ayuno, que si son cien mil, que el cordero... ¡Muy bien! Pero no olvidemos nuestra cultura, tradiciones y creencias, seamos creyentes, ateos o agnósticos, no sea cosa que los bingots nos colonicen la sobrasada. Por cierto, para los cristianos también es tiempo de ayuno y de penitencia y de abstinencia, que falta nos hace, vistos pecadores que somos.

Zelensky no vendió las tierras a Trump, fue o el cuadrilátero o Ball, y sin despeñarse fue allí, ganó el combate a los puntos, pese a tener el árbitro en contra, me refiero al vicepresidente James David Muntz, histórico papelón. El director Coppola seguramente tomó apuntes para el guión del Padrino 4. Parece que Zelensky ha aceptado la revancha y subirá de nuevo al despacho o Ball. ¿Y los actores secundarios de esta película? Sí, los europeos y muchos europeos, Gran Bretaña adelante y Macron preparando la bullavesa europea. Nada, rien, rien, nothing, nichts, el árbitro ha gritado, segundos, fuera, out, raus, los que no sabemos de política intuimos que no es así como se ayuda a un pueblo poniéndolo de rodillas y escarbar su territorio, ala, así no. Durante el enfrentamiento Zelensky, Trump, Putin, pues se divertía y se encargaba de que los fuegos artificiales no cesen. ¿Y los chinos? Pues los chimpimpón callados pero atentos con un rictus en el rostro a la fumanchú.

Es un mal momento para el gran rebaño que poblamos este planeta, los lobos andan sueltos y tienen hambre, tienen fam. ¿Cómo va a acabar la película? Que en la bullavesa Macron faltan longueirones, que el pez grande se come el chico, que las sardinas y boquerones de Europa serán engullidos por la ballena roja, el cuarto de caballería y la cocina china y chimpum, chimpum, así son las cosas de la guerra, la bolsa o la vida, y después te quito la bolsa. Al final siempre acaba igual la película. Y para finalizar y sin entrar en detalles porque hoy no toca, eso, efectivamente, los siete magníficos catalanes Benjamin y las autoridades controlarán las fronteras, concesión de Sánchez, recibirán y enseñarán catalán a los nuevos vingudos que quieran convertirse y por otra parte la caja hija pródiga retorna a la casa payral, vuelve a casa torna que te esperan, cosas de la economía doméstica. Buen día a todos.