James Ellroy, el padrino del noir (PLANAZO - CARNE CRUDA #1464)

Vengan a Los Ángeles, aquí brilla el sol, las playas son grandes y apetecibles y los
campos de naranjos se extienden hasta donde alcanza la vista, hay empleos de sobra y los
terrenos son baratos, todo trabajador puede tener su propia casa y dentro de cada casa
hay una típica familia americana feliz.
Es un paraíso en la tierra, al menos eso es lo que dicen, porque están vendiendo una
imagen, la venden a través del cine, la radio y la televisión, en la serie de televisión
Placa de Honor los polis de Los Ángeles caminan sobre el agua y mantienen la ciudad limpia
de delincuentes, porque ¿cómo puede existir el crimen organizado en una ciudad que tiene
el mejor cuerpo de policía del mundo?
No lo olviden mis queridos lectores.
Hoy hablamos con el escritor que nos descubrió la mugre que se ocultaba bajo el brillo de
Hollywood y las alfombras de Washington, James Ellroy.
Hoy en Carne Cruda tenemos a uno de los más grandes escritores de novela negra del mundo,
un tipo que viene del arroyo, las pasó canutas y sobrevivió para contarlo en libros tan
turbios como su propia biografía.
Esta carnicería se llena de sangre, cuchilladas, crímenes, corrupción y conspiraciones con
el padrino del noir, el perro rabioso de la novela criminal, el poeta de los bajos fondos,
un escritor que más que escribir libros los escupe y los dispara.
Leerles como si masticaras cristales, frases cortas, cortantes como un cuchillo.
Una ametralladora Thompson de 300 páginas por minuto que suelta sin parar ráfagas de
violencia, sexo y los secretos más podridos del poder y de la ciudad de Los Ángeles.
No hay piedad en sus páginas, no hay descanso, no hay moralejas, no hay buenos ni malos,
solo políticos corruptos, depredadores con placa, mafiosos de guante blanco, detectives
de la suciedad y un reguero de actrices de segunda, mujeres prostituidas, perdedores
sin remedio y víctimas sin redención.
Él podría haberlo sido, pero encontró su remedio y su redención en la escritura.
Carne de cañón, depresivo y reformatorio, fue un ladrón de poca monta que husmeaba
en casas ajenas.
Dormía en parques y devoraba novelas de detectives para escapar de una realidad turbulenta, para
acabar escribiéndolas como forma de espantar sus propios demonios.
Empezando por el asesinato de su propia madre, cuando él solo tenía 10 años en extrañas
circunstancias, que muchísimo después desentrañaría en La Dalia Negra, una de las novelas de
Elroy llevada a la gran pantalla.
La otra, mucho mejor y más conocida, fue LA Confidential, con la que empezábamos un
drama sobre la cara oscura de Hollywood y todas sus miserias.
Ese ha sido siempre su territorio.
La miseria humana, las bajezas de las altas esferas, la basura y las cloacas en las que
ha rebuscado para contar la historia oculta de Estados Unidos en libros implacables como
América.
Y ahora vuelve, con otra vuelta de tuerca, a una época, a unos personajes y una ciudad
que le obsesionan, Los Ángeles, los Kennedy, Jimmy Hoffa y la actriz más famosa del mundo
fallecida en extrañas circunstancias, Marilyn Monroe.
Y su muerte son los protagonistas de Los Seductores.
El último tocho de James Elroy, editado por Random House.
Más de 500 páginas de escuchas, secretos inconfesables, un ex policía drogadicto y
una estrella de Hollywood totalmente desquiciada por las pastillas, la depresión y los líos
de cama.
Mr. Elroy, it's a guilty pleasure to have you here.
I'm happy to be here, Javier, I'm happy to be here.
Más feliz estoy yo, Isabel Ozores, a la que escucháis, va a hacer las traducciones.
How are you at this time of the morning?
¿Cómo estás?
Muy bien.
Yo soy una persona matutina, me levanto a las tres de la mañana y luego me voy a trabajar.
¿Cuántas horas trabaja el día?
Nueve.
I wake up from three in the morning until I take a couple of breaks.
Bueno, me tomo un par de descansos.
Hoy la Marilyn de esta novela sonora, mi compañera habitual en estos micrófonos, ha muerto bajo
las sábanas, pero quiero presentarle a otro perro del infierno.
Mi archienemigo y sin embargo colaborador de este programa, un perro sarnoso al que saqué
de la calle y que me descubrió su obra, que ha leído completa.
Señor Sanabria, crudos días.
Crudos días.
Era usted como un perro mordiendo un hueso.