
La Jefa (Historias de Bay City), de Coquín Artero

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En Historias de Bay City no encontrarás superhéroes capaces de destruir planetas de un puñetazo. Aquí, la verdadera protagonista es la ciudad misma, una urbe donde personas comunes con habilidades no tan comunes toman decisiones que cambian vidas.
📌Puedes escuchar la primera historia aquí: 'Entrevista de trabajo' 📌https://go.ivoox.com/rf/132346334
Autor: Coquín Artero nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1979, El entorno urbano de la década de los años 80 marcó profundamente su estilo y formas como autor. El polígono de Jinámar, como lugar en el que desarrollar sus primeros estudios, marcó sus dinámicas de convivencia y le otorgó las primeras dosis de relativismo cultural.
Cursó estudios universitarios en la Universidad de Barcelona, la UNED y la UGR respectivamente aunque su oficio siempre estuvo orientado hacia las artes plásticas y escénicas, de tal forma que lleva 24 años trabajando de tatuador en su estudio de Gran Canaria.
✅Publicaciones:
Cuentos macabros Volumen I: historias de un apocalipsis zombi.
⚔️Crónicas ocultas del Puerto de La Luz: Compendio de relatos de terror y drama humano por entregas mensuales, con nueve fragmentos publicados y ambientadas en el puerto principal de Gran Canaria.
⚔️Cuentos macabros Volumen II: colección de relatos con origen en el desorden mental y el horror cósmico. Grapas mensuales de las que hay publicadas las cuatro primeras.
⚔️Huecos de un sueño roto: El Círculo de Lovecraft.
⚔️Las cavernas del destino y Ni un paso atrás: GTM
⚔️Carne con queso: revista Mordedor
⚔️En las entrañas de Kowloon: Windumanoth
✅Sus libros publicados en Amazon:
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Voz Invitada: Miguel Ángel Pulido de Terror y nada más🖤
Voz y sonido Olga Paraíso, una producción de Historias para ser Leídas.
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Evox Originals presenta Historias para ser leídas.
Un podcast de ciencia ficción, terror y fantasía dirigido por Olga Paraíso.
Ficciones sonoras con las que podrás sumergirte en otra realidad.
La jefa. Un relato escrito por Coquín Artero. Voces Miguel Ángel Pulido y Olga Paraíso.
Nadie podría comprender las marcas que deja en el ánimo hacer un trabajo como el mío, sin echar al menos un vistazo a cómo son las manos que se encuentran tras los hilos.
Aún no sé si convertirme en cazador de sanguijuelas se debe a una ráfaga del destino, o a un bofetón de mala suerte, pero si bien las cosas que tengo que hacer son capaces de helar la sangre, las órdenes que estoy obligado a seguir salen de mentes dignas de mención y estudio.
Como muestra, déjenme enseñarles un pequeño frasco de realidad.
Salía cada tarde con su bastón, caminando entre las sombras de los callejones que se fundían con el ala de su sombrero para poder ocultarle la mirada. Bajo la capa, media docena de hojas recién afiladas le pedían por favor que les diera algo para matar la sed, pero ese no pretendía ser uno de esos días, o eso creía yo.
Al anochecer se apostó junto a la puerta de la lavandería hasta que la reja rompió el silencio cuando chocó con el tope de metal. Entonces se apresuró a hablar directamente con quien tenía pinta de ser el jefe del cotarro. -"Parece chino", dijo liberando una marea pelirroja al quitarse el sombrero en señal de saludo. -"Las calles se han vuelto un peligro desde que mataron al comisario, ¿no le parece?". -"No soy chino, irlandesa de los cojones", contestó el lavandero sin apartar la vista de su libreta de pedidos. -"Además no me gusta la política". -"¿Qué quieres?". Ese hombre no tenía ni idea de que la jefa se gastaba un conejo como dos gorilas arrimaos. ¿Sabe esconderlo cuando es necesario? Decidió ir al grano y le ofreció sus servicios de seguridad a cambio de una suculenta cantidad de billetes cada semana.
-"¿Acaso no es nueva o qué?", contestó indignado. -"El barrio entero está bajo el ala de Johnny el Flaco. No imaginas las cosas que ese espagueti es capaz de hacer con tu culo si se entera que le estás pisando la manguera. Así que saca bamboleando tus tetas por la puerta de mi negocio, antes de que te metas en un problema". Sintió una brisa, un aire que despeinó los cuatro pendejos de su flequillo. Acto seguido, la libretilla se dividió en dos partes y se quedó colgando entre sus manos.
Levantó la vista para ver cómo la jefa volvía a meter la hoja de su estilete en el caño de su bastón. -"¿Acaso tengo pinta de necesitar tus consejos?", arremetió ella sin dar tiempo a preguntar qué acababa de pasar. -"¿Wan Chang Kei Foo, Lin Chao Kuoi o cómo mierda te llames?". -"Me cago en la puta. Cualquiera diría que estamos en medio del podrido Hong Kong y no en Bay City". En ese momento, el encargado ya le dedicaba toda su atención. Estaba deseando terminar cuanto antes con esa extraña mujer.
-"Ya sabes cómo funciona esto". -"Muy bien, ¿qué me pides?". -"Vuelvo en una hora y media a recoger los primeros 500 pavos. Hazme caso, chulín, que es bueno para el negocio".
El experto lavandero, tras asegurarse de que la jefa desaparecía de la vista, sólo necesitó una sutil señal con la barbilla al niño oculto entre las lavadoras para hacerlo salir como una centella por la puerta del callejón, de donde poco después salieron cinco familiares del dueño. La jefa no tuvo tiempo de alejarse más de 50 metros del lugar, cuando la interceptaron en el hueco entre dos naves industriales. Bajo el foco de un cruce de galerías se vio rodeada de cinco adultos y un niño.