Jueves 19 de junio - Mateo 6, 7-15. Vosotros orad así.

Vosotros, orad así. Los discípulos de Jesús le piden enséñenos a orar. Evidentemente Jesús enuncia el Padre Nuestro. Pero más que ahora considerar con vosotros la oración del Padre Nuestro, vamos a quedarnos con esa invitación de Jesús. Vosotros, orad. Orad de este modo, pero orad. ¿Por qué? Porque la oración para un cristiano no puede ser una obligación. Tiene que ser una necesidad. ¡Uff, que tengo que ir a misa, qué horror! ¡Uff, que tengo que hacer el rosario, qué aburrimiento! ¡Uff, que es que me toco la oración mental y no sé qué decir! Y hay muchas personas que se plantean su vida de oración como una vida de obligaciones, como una vida de compromisos que tiene que tomar.

Efectivamente, algún día nos puede pillar más cansados y nos puede costar no solamente la oración, hacer la comida, o nos puede costar trabajar, pero si no reconocemos que la oración para nosotros es como ese momento del descanso. Igual que los niños tienen en el colegio el recreo y después de mucha tensión paran un poco y juegan y descansan, se ríen, comparten, hablan con libertad, pues nuestra oración es como nuestro pequeño recreo diario. Es como mi oasis en el desierto. Y yo no voy a rezar porque sea obligatorio, porque si no Dios se va a enfadar conmigo, sino que voy a rezar porque lo necesito. Tengo que cargar mis pilas, tengo que estar a gusto y quitarme tensión.

Y en segundo lugar yo quiero rezar y quiero hacer oración porque sé que a Dios le gusta, porque Él se lo merece, porque es mi amigo, porque sé, porque cómo no lo voy a tratar y decir cosas bonitas y que me las diga Él a mí, porque es lo que más le puede gustar, que yo invierta un poco de mi tiempo en Él. No, yo ya rezo cuando voy por la calle, cuando estoy en el coche también rezo. Todo eso está bien, eso es estar en la presencia de Dios, pero pararte, dejar de hacer cosas y decir, Señor, ahora solo este tiempo es para ti y para mí. Y para nada más. Aunque sea escuchar esta palabra de vida que son tres minutos, que sea solo para vosotros dos.

O si vas a una iglesia, haces una visita, paras y no, es que tengo mucha prisa. Bueno, párate un minuto, dos. Pero qué importante es que sepamos que la oración para un cristiano no es un peso, no es una carga, no es una obligación, sino que tiene que ser una necesidad. Si no necesitas rezar, estás enfermo. Cualquier persona que dice, no necesito comer, estás enfermo, tienes mal el estómago, tienes algo mal, porque si no tienes apetito, es un síntoma evidente de una enfermedad. Si no necesitas rezar, es un síntoma muy evidente de que tu espíritu ha enfermado. No sé qué enfermedad tendrás, pero desde luego hay algo que no está saliendo bien.

Por eso los discípulos acercan a Jesús, maestro enséñanos a orar. Queremos hacerlo bien, queremos estar contigo y obviamente Jesús con el Padre nuestro le da unos principios básicos para relacionarse con Dios. Pues hoy se lo podríamos decir, maestro enséñanos a rezar, enséñanos a tener una actitud positiva y enséñanos sobre todo a estar a gusto y bien contigo.