Jueves 2 de octubre - Mateo 18, 1-5. 10. Sus ángeles están viendo el rostro de mi Padre celestial.

Sus ángeles están viendo el rostro de mi Padre Celestial.

Hoy la Iglesia nos invita a celebrar una fiesta muy entrañable.

El otro día celebrábamos a los arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael.

Hoy celebramos a los santos ángeles custodios.

Creemos, con una verdad de fe, que un ser humano, al comenzar su existencia, desde el mismo vientre de su madre, ya le ha sido asignado un ser espiritual, un ser inteligente, que ama, que es libre y que da gloria a Dios, como decíamos el otro día, sirviendo a los hombres y cuidando a los hombres.

Cada uno de nosotros tenemos un ángel, lo llamamos el ángel de la guarda, el ángel custodio, el ángel que se ocupa y que se implica en nuestra vida y que nos acompaña como un ministro, como un servidor del Señor, y que hace una serie de tareas que a veces nosotros no somos plenamente conscientes.

Y por eso, como es un ser personal, nosotros podemos relacionarnos personalmente con nuestro ángel de la guarda.

Hay gente que esto desconoce.

Muchos, desde pequeños, nos enseñaron a rezar ángel de la guarda, dulce compañía, no me dejes solo, ni de noche ni de día.

No son devociones infantiles, todo lo contrario.

Nosotros, cuando veneramos a Dios y veneramos a los ángeles, a esos ministros de Dios que ha puesto para nuestra ayuda, estamos haciendo algo teológicamente muy serio.

Y es, de algún modo, ser conscientes que la creación no es solamente las cosas que se ven.

Es más, hay muchas cosas creadas que no vemos, que tienen un valor, que tienen una importancia, que tienen una pureza, que tienen una grandeza que es inimaginable en la dimensión puramente biológica o corporal.

Qué grande es Dios, verdaderamente, y cuánto nos tiene que querer Dios para decir, pongo a tu lado un compañero, pongo a tu lado alguien que va a ocuparse de ti.

Que no estás solo en el camino.

Puedes contar conmigo, por supuesto, dice el Señor, pero para algunas otras cosas, Él puede también ser un buen intercesor.

Él puede, como estás siempre viendo el rostro de mi Padre Celestial, Él puede presentarle al Padre Celestial todas tus necesidades, las que tú no presentas, a lo mejor de las que tú no eres conscientes.

Tantas cosas, a lo mejor, que pedimos a Dios, quiero esto, quiero otro, y a lo mejor, por dentro, el ángel sabe que lo que necesitamos de verdad no es esto, lo otro es cosas que ellos interceden.

Y por eso siempre, la fiesta de los ángeles custodios es la fiesta de la providencia de Dios con cada ser humano.

Es el cariño, es la ternura, es esa implicación que tiene Dios en nuestra vida a través de las criaturas que Él ha llamado a la existencia.

Y entre esas criaturas, la criatura más limpia, la criatura más pura, son los ángeles.

Es verdad que ellos no tienen carne, no tienen corporalidad, no por eso dejan de tener realidad, vida, libertad, y sobre todo, capacidad de amar y de implicarse con cada uno de nosotros.