
Jueves 20 de marzo – Lucas 16, 19-31. Ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

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Meditación del día 20 de marzo de 2025 Palabra de Vida
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Ahora, él es aquí, consolado, mientras que tú eres atormentado.
Hoy vamos a escuchar la parábola del rico y del pobre Lázaro.
El rico pulón que banqueteaba, que vestía de lino, y que su pecado no fue ni banquetear ni vestir bien.
Nunca ha sido pecado comer bien, nunca ha sido pecado vestir bien.
El pecado es que en la puerta de su casa había un pobre que hasta a los perros le damían las llagas y él no tenía tiempo de mirarle.
Y si lo veía, lo veía como un estorbo, como algo que estropeaba la fachada de su casa y que le molestaba, en definitiva.
Y claro, al morirse los dos, mientras que el rico pulón va al infierno, el pobre Lázaro te ha llevado al paraíso.
Y cuando el rico pulón se queja, ¿qué le dice? Mira, tú has recibido en la vida todos tus bienes y éste solo ha recibido males.
Es justo que ahora reciba todo lo que no le ha sido dado.
Estas palabras tan bellas son el consuelo de tantas personas que en la vida no habéis tenido la fortuna de tener salud, de tener familia, un marido que te quiera o una mujer que te corresponda, no has tenido a lo mejor los hijos o los que te hubieran gustado, no te ha sido dado un trabajo digno.
Es decir, cuántas cosas no nos han sido dadas ahora en el tiempo y que las hemos deseado con buena voluntad y sin embargo, por esta frase del Evangelio, recibimos el consuelo.
Es justo que éste ahora reciba todo lo que no le ha sido dado en la tierra.
Y eso claro, esa es nuestra esperanza.
Y es que la vida no es una lotería en la que a algunos le cae la bola negra y todo es malo y a otros le cae la bola blanca del premio y todo es bueno.
Es más, a veces incluso podríamos nosotros enojarnos con la providencia y decir, señor, ¿y por qué a esa persona le va tan bien? En su casa no hay nadie enfermo.
Todos son maravillosos, guapos, listos, estudiosos y brillantes y en cambio en mi casa pues tenemos lo que tenemos.
En la vida eterna se nos dará todo aquello de lo que hemos sido privados en la tierra.
Y por eso nosotros sí, claro que confiamos en la justicia del Señor y sabemos que el Señor no se ríe de nadie, que se toma muy en serio la vida de todas las personas y que a veces permite que haya cruces, claro, que haya carencias, claro, que hay incluso sufrimientos que son claramente injustos, sí, el Señor se da cuenta.
Él se da más cuenta que tú y al Señor le duele mucho más que te puede doler a ti, pero tiene su promesa, tiene su compromiso de algún día alcanzar todo aquello que el Señor ha puesto en nuestro corazón como un deseo limpio y como un deseo noble.
Y por eso, hasta el final, la última palabra la va a tener Dios.
Aunque en la vida veamos que unos son agraciados y, espérate, la última palabra la tiene Él y este rico pulón que aparentemente era tan afortunado acabó malgrando su vida porque con su riqueza se estropeó, en cambio el otro, porque aceptó serenamente una condición dura y difícil, mereció el paraíso por el amor de Dios.
Y por eso nosotros que tengamos claro que que tengamos dificultades en la tierra no es necesariamente una desgracia, sino que es una participación en una cruz misteriosa del Señor.