En el evangelio vemos como Pedro, que en un primer momento habla inspirado por el Espíritu Santo, momentos después se hace portavoz del diablo, el demonio se vale de él para tentar a Jesús e intentar apartarlo de la voluntad de Dios. El demonio siempre nos tentará para que en la cruz sólo veamos muerte y dolor. Los cristianos sabemos que seguir al Mesías, a Jesucristo, significa participar de sus sufrimientos; pero también sabemos que la Cruz es gloriosa, que la última palabra no la tiene la muerte. La identidad de Jesús y la nuestra, como cristianos, está en querer cumplir siempre la voluntad de Dios Padre, aunque tengamos que cargar con nuestras cruces.
Lectura del evangelio de Marcos 8, 27-33.
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