Jugadores mercenarios

En once inicial, la firma de Chema de Aquino. Jugadores, mercenarios, jugadores, mercenarios.

Ese cántico ha sonado esta misma temporada, este mismo año en el Benito Villamari. La misma temporada en la que ganamos por fin un derbi liguero en casa, que ganamos al Real Madrid, que nos jugamos entrar en la Champions y que estamos a sólo cinco partidos de poder levantar un título europeo. Repito, en la que podría ser la mejor temporada de nuestra historia, se ha cantado eso de jugadores, mercenarios. Y muchos han sido, sobre todo en las redes sociales, los insultos a jugadores como Bakambu, clave en esa Conference League, a Ricardo Rodríguez, cuyo nivel ahora es bastante alto, o al traspasado y canterano a Sandiao, que ya es hasta internacional.

Y no, no hablo de memes o las bromas típicas de nuestra ciudad, no hablo de la Guasa, no se confundan, hablo de odio y de una falsa exigencia que desde luego no desemboca en los éxitos actuales. Lo que ha llevado al éxito es el trabajo diario de esos mismos jugadores a los que se llamaba mercenarios, al cuerpo técnico que algún desmemoriado quería fuera del club porque había llegado el fin de ciclo.

Y también por acertar en los fichajes de Anthony, al que ya preparaban silbidos por sus famosos regates, y del Cucho, al que tachaban de incorporación nefasta solo por venir de una liga a menor. Los beticos nos quejamos de los que llamaban Grigol 2.0 a Pellegrini cuando llegó, pero también hay que mirar al lado, en la grada, o incluso a uno mismo, cuando se desprestigia o insulta a los que van de verde, a los nuestros. Paciencia, menos odio y mucho Betis, que Sevilla es verde y blanca, que Sevilla es del Betis. Hasta la semana que viene.