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By Iglesia Biblica de la Gracia Sermones - Iglesia Bíblica de la Gracia
El Justo Juicio de Dios - Parte 1 - Romanos 2:1-5

El Justo Juicio de Dios - Parte 1 - Romanos 2:1-5

2/3/2025 · 45:37
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Description of El Justo Juicio de Dios - Parte 1 - Romanos 2:1-5


En Romanos 2:1-5, el apóstol Pablo dirige su mensaje a aquellos que juzgan a otros, sin reconocer que ellos mismos son culpables delante de Dios. En el capítulo anterior, Pablo ya había descrito la corrupción del mundo gentil, pero ahora se enfoca en los judíos que creían tener una posición privilegiada por su conocimiento de la Ley.

Sin embargo, Pablo enfatiza que el juicio de Dios es justo y que nadie puede escapar de su veredicto. Esto nos lleva a reflexionar sobre dos aspectos fundamentales de este juicio: el conocimiento y la verdad.

1. Conocimiento (Romanos 2:1)
2. Verdad (Romanos 2:2)

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Buenos días, buenos días a todos, bienvenidos, qué gusto estar otro domingo más, adorando a nuestro señor, disfrutando de unas hermosas alabanzas,
recordando con las letras todo lo que el Señor ha hecho por nosotros, la razón por la cual le amamos y por qué estamos hoy aquí.
Yo cada vez que estamos en la alabanza, yo trato de disfrutarla mucho, hermanos, porque conforme vas creciendo en tu servicio a Dios,
en tu madurez espiritual, pues te vas llenando de responsabilidades, te vas llenando de cosas que atender y cuando eres miembro de una iglesia,
pues además de que estás adorando a Dios, pues estás buscando servir a los demás y estar pendiente de muchas cosas.
Entonces, si tú puedes disfrutar la alabanza y olvidarte de todo lo demás a tu alrededor, hazlo, hazlo mientras puedas,
porque llega el día en que tienes otras responsabilidades también dentro de la iglesia y tienes que atenderlas también.
Pero no debemos dejar lo principal, ¿verdad?, que es estar a los pies de nuestro Señor.
Disfrutemos cada momento y se los digo también a los servidores, aquellos que están ahí en la computadora, en el sonido, recibiendo gente,
pues a veces no pueden estar metidos en la alabanza, pero traten de disfrutarla lo más que puedan, en cada momento, ¿verdad?, en particular,
porque Dios es bueno y Él merece toda nuestra adoración. Amén.
Bien, hermanos, pues estamos ya en el capítulo 2 de nuestro libro de Romanos.
Está tremendo, tremendo lo que nos dice el apóstol Pablo aquí en Romanos.
Y vamos a dar lectura, vamos a entrar hoy en el capítulo 2, versículo 1.
En esta porción del 1 al 5, vamos a estar estudiando hoy algunos versículos de esa porción.
Y acompáñame en tu Biblia, vamos a leerlo. Romanos 2, versículo 1, dice así.
Por lo cual eres inexcusable, hombre, quienquiera que seas tú que juzgas, pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo,
porque tú que juzgas, haces lo mismo.
Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.
Y piensas esto, hombre, ¿tú que juzgas a los que tal hacen y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad y paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira
y de la revelación del justo juicio de Dios.
Acompáñame a orar.
Dios bendito, Señor, te agradecemos tanto por permitirnos estar hoy aquí, Señor.
Tu palabra, Señor, nos conduce a la verdad.
Tu palabra nos confronta, nos desnuda, Señor, penetra hasta lo más profundo de nuestro ser
y traspasa todo nuestro corazón para hablarnos directamente a cada uno de nosotros, Señor.
Yo es lo que te ruego hoy en esta mañana, que hables a nuestros corazones, Señor.
Que ninguno de nosotros tenga donde escudarse, Señor.
Que nadie pueda hacerse a un lado, porque tú quieres hablarnos directamente a nuestro corazón, Señor.
Quieres penetrar en nuestras mentes para que nosotros mismos nos demos cuenta de lo que hay en nuestro corazón, Señor.
Tú conoces la vida de cada uno de los que estamos hoy aquí, pero a veces nosotros ignoramos quiénes somos realmente.
Tratamos de evadir la realidad, Señor, y nos pensamos más buenos de lo que realmente somos.
Pero te pido, Señor, que hoy nos hables para que nos veamos cada uno con tus ojos, Señor.
Que nos miramos con tu medida y no con nuestra propia prudencia, Señor.
Por favor, bendícenos, guíanos a tu verdad y háblanos, Señor, exhórtanos.
Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Si tú recuerdas, en el sermón anterior estuvimos hablando de las consecuencias que enfrenta el hombre cuando rechaza a Dios, ¿verdad?
Que el hombre que ha rechazado a Dios a pesar de que Dios se ha revelado de una manera muy clara, ¿no?
A través de la creación, a través de la ley escrita en nuestros corazones, en nuestra conciencia, de una manera general,
pero también se ha revelado de una manera especial en las Escrituras.
Y el hombre no tiene excusa porque conoce la existencia de Dios.
El simple hecho de que exista la creación se revela el poder creador de Dios, su magnificencia,
y eso es suficiente para juzgar al hombre y para poder tener entendimiento de que Dios existe.
Pero a pesar de esa evidencia, el hombre ha rechazado a Dios en múltiples ocasiones,
y estudiamos que el hombre cuando abandona a Dios, Dios también está dispuesto a abandonarle, ¿verdad?
Y las consecuencias son terribles porque Dios ha preparado un juicio final
para todos aquellos que han rechazado a su Hijo Jesucristo y desobedecen el Evangelio, ¿verdad?
Sabemos que Dios tiene preparado ese día de la ira que vendrá en un futuro.
La Escritura la llama la ira de Dios.
Sin embargo, esa ira también se manifiesta de manera temporal en el presente
a través de las consecuencias por el pecado.
Es decir, no solamente el pecador va a enfrentar las consecuencias en un futuro, en el juicio,
es decir, cuando muera, en el juicio eterno.
No, no solamente ahí, sino también va a haber consecuencias presentes aquí en nuestra vida
porque Dios rechaza el pecado y en ese rechazo Él lo manifiesta a través de su ira, ¿verdad?
Y lo hace a través de abandonar al hombre a la destrucción del pecado que tiene.

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