'La Sobremesa': Alexandra David-Néel (Parte I)

La charlita de sobremesa es el lugar donde, ¿qué te digo?,
se resuelve el mundo, cariño.
O sea, no tenía ninguna duda de que ibas a conseguirlo.
Buah, es un peliculón, la tienes que ir a ver sí o sí.
Te vimos, hubo cultura.
Me encantó.
Así vais juntas y podéis cotorrear.
Bueno, lo más, sinceramente.
Y es una movida eso, que flipas.
Yo estoy igual, tía, resacón.
Es una movida reflexional, por lo menos a mí me pasó eso.
No digo que somos patéticos, somos maravillosos.
Somos seres de luz.
Y un mes más, aquí estamos,
en la sobremesa de la maravillosa Irene de la Puerta.
Irene, ¿qué tal?, ¿cómo estás?
Muy bien, Tamara, cariño.
Como siempre, encantadísima de estar aquí contigo,
con mucha ilusión de esta vuelta.
Y te traigo una historia.
¿Una historia?
Bueno, como todas, al final, siempre son...
Una historia, una historia, y al final, siempre son increíbles.
Es que siempre te digo un poco lo mismo,
pero es que yo, cada vez que hago un perfil nuevo,
digo, no puede ser.
Es imposible que esto sea cierto, no puede haber pasado de verdad.
Antes de que me digas quién es,
¿por qué decidiste hacerlo?, ¿cómo llegó a ti?
Pues mira, yo, investigando sobre mujeres en Bélgica,
diferentes perfiles de historias que tuvieran un poco de chicha,
estaba un poco ya cansada de hacer como tanto actriz,
gente de la familia real, cantante, cineasta, tal.
Y entonces dije, me apetece hacer un perfil un poco diferente,
un poco que se salga incluso del molde
de lo que han hecho incluso mujeres rompedoras.
Y de repente me tope,
pues en típica página de estas de historia y tal,
con esta mujer que, tía, era la definición de aventurera.
Pero, o sea, una aventurillas, tía, de no parar jamás.
Madre mía, bueno, pues vamos a no perder más tiempo,
vamos ya a darle caña a esto.
¿Quién es? ¿De quién se trata esta nueva protagonista de la sobremesa?
Pues mira, hoy te vengo a hablar, amiga, de Alexandra David-Nel,
también conocida como Madame Tibet.
Vale, ahora quedó fatal.
Nuestro público no sé si sabe quién es,
porque también esta semana tenemos público.
Sí, hola.
No tengo ni idea de quién es.
Tía, yo tampoco tenía ni idea de quién era,
pero, o sea, agárrate, porque, vamos, ríete, Indiana Jones.
Vienen curvas.
Porque esta, encima, existió de verdad y te da mil vueltas.
Bueno, Alexandra David-Nel fue una mujer que, ya te digo,
rompió con todas las normas de su tiempo,
un espíritu súper rebelde, inconformista, inquieta
y, bueno, lo que te digo, una aventurillas.
O sea, Willy Fog le pisaba los talones a esta mujer,
que fue ahí abriendo camino.
Y no, una mujer fantástica, o sea, de verdad, increíble este perfil.
Para saber un poco más de su vida,
pues, por supuesto, tenemos que remontarnos
a los padres de la criatura, a ver de dónde viene.
Eso es. Pues su padre era Luis David,
un intelectual francés, profesor y periodista
de ideas anarquistas y republicanas.
Y apuntaba maneras.
Apuntaba maneras el amigo.
Además, este hombre era súper activo políticamente
y, por eso, en 1852, tuvo que exiliarse de Francia a Bélgica,
porque ese mismo año Napoleón III llega al poder
y entonces le tenían ahí súper en el punto de mira y dijo...
Me tengo que salvar, me voy de aquí corriendo.
Yo, anarquista republicano, panfletero de esto, revolucionario...
No pintaba bien la cosa.
Dijo, me voy, me voy, me voy, porque esto va a acabar fatal.
Entonces, nada, él se muda a Bélgica
y allí es donde conoce a la que será su futura mujer
y madre de Alexandra, Alexandrine Borgman.
Alexandrine era la hija adoptiva, esto me pareció súper curioso,
era la hija adoptiva del alcalde de Lobaina.
Ah, muy bien.
Una mujer de clase burguesa, muy refinada, una pija,
vale, una pija de finales del siglo XIX,
que, además, era fervientemente católica.
Madre mía, siempre pasa que las protagonistas que traes
tienen un entorno familiar, en general, muy diferente a lo que luego...
Bueno, pero ésta se enamora de un anarquista panfletero.
Estos dos no tenían nada que ver el uno con el otro
y he de decir que luego Alexandra contaría en diferentes entrevistas
que sus padres, en realidad, nunca se quisieron.
Fue un matrimonio como un poco...
Venga, vamos a casarnos para tener hijos.
Eso es, nos tenemos que casar y tal,
porque el uno, súper anarquista, republicano,
y la otra, que estaba con el rosario ahí y que nos lo soltaba todo el día,
no sé, no tenían demasiadas cosas en común.
Tan católica y tan como súper ultra era
que su mayor deseo de la vida era tener un hijo
para que éste se hiciera obispo.
¡Guau!
Ojito, amiga, esto de vivir tus sueños a través de tus hijos...
Ya, ya, ahí siempre luego se proyectan cosas mal.
Ya, ya vamos a ver qué mal tanto proyectar.
Porque, bueno, estos dos se casan,
están unos años viviendo muy felices en Bélgica,
pero, bueno, la situación se relaja ya un poco en Francia.
Vuelven a París y es aquí, precisamente,
amiga, concretamente, en el suburbio de Bélgica.