
"Las Batallas que libramos en la vida" La Última Estación #2

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"Las Batallas que libramos en la vida" La Última Estación #2
La Ultima Estación, es el ultimo tema que tratamos en el programa de los sábados del Expreso de Medianoche, tenemos la Reflexión / Comentario de José Paredes.
En el capitulo anterior José Paredes hizo la reflexión sobre algunas personas que están librando una gran batalla interna, sois muchísimos los que pidieron la reflexión solamente, se os escucha siempre.
👁🗨Por ello te leemos en comentarios👁🗨
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Expreso de medianoche, porque nos une el misterio, la última estación con José Paredes.
Hoy, esta noche, mañana o tarde, ya que como no hay un horario para escucharme, pues da igual.
Hoy me quiero dirigir a esas almas que están muy, muy, muy cansadas.
Especialmente a las que están agotadas por culpa del estrés, la ansiedad, por una preocupación o por el dinero que no llega.
Yo sé que en los últimos días, en las últimas noches, sobre todo, te ha tocado llorar, y no es fácil.
Y es que vivir deslealtades, traiciones, esas deudas, peleas con familiares o amigos, divorcios, que son, bueno, difíciles, custodias de hijos que también son complicadas, o un diagnóstico médico o un fallecimiento de un familiar, hace que tengamos un gran problema de cansancio, de esa falta de paz que todo ser humano necesita.
Y si el corazón lleva mil cicatrices invisibles, las heridas emocionales, esos cortes que no sangran por fuera, pero que duelen en lo más hondo de nuestro ser, nos acompañan como pasajeros silenciosos en este viaje.
No son solo rasguños, son grietas que la vida nos deja.
Y esta medianoche vamos a mirarlas de frente, no para lamentarnos, sino para levantarlas como banderas de lucha y sanación.
Todos las llevamos, ¿verdad? Todos.
Hay heridas que nacen en la infancia, cuando una palabra dura o un silencio frío nos hizo sentir como no valíamos lo suficiente.
Otras llegan con el amor, ese que prometía eternidad y se rompió como un cristal dejándonos pedazos que aún pinchan cuando los tocamos.
Están las que deja la pérdida, un adiós que no quisimos dar y que pesa como una losa en el pecho.
Y no faltan las que nos hacemos nosotros mismos, con dudas, culpas, con ese látigo interno que nos castiga por no ser perfectos.
Son heridas que no se ven en la piel, pero que se sienten en cada paso, en cada noche, que el sueño no llega porque el alma sigue gritando.
Vamos a pensar en ellas.
Hay quienes cargan el rechazo de ese no, que les clavaron tan hundo que ahora dudan de su propia voz.
Otros llevan la traición, esa apuñalada de alguien en quien confiaban, que les robó la fe en los demás.
Algunos arrastran el abandono, la sensación de quedarse solos en una estación donde nadie volvió a buscarlos.
Y están los que viven con la vergüenza, un eco que les susurra que no merecen más, que sus errores los definen.
Estas heridas no vienen con vendas ni puntos, se esconden en silencio, en las sonrisas forzadas, en los días que pasan sin que nadie sepa cuánto pesan.
La pregunta es ¿por qué duelen tanto? Porque no solo son golpes, son historias.
Cada herida emocional lleva un relato, un momento en el que el mundo nos falló o nosotros nos fallamos.
Nos duelen porque nos importó, porque amamos, porque confiamos, porque quisimos volar y nos cortaron las alas.
Y lo peor es que a veces nos acostumbramos a ellas.
Hay quienes las abrazan como parte de sí mismos, quienes las convierten en una armadura que los protege.
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