En el verano de 1936 se configuraron, en medio de una revolución social, dos poderes claramente definidos, que representaban cosas ciertamente diferentes:
Por un lado, el poder legal representado por el Gobierno de la Generalitat, exponente de la legalidad republicana, y a quien, (igual que al propio Gobierno de la República) los acontecimientos sacudieron profundamente hasta el punto de perder toda capacidad de gobierno.
Y por el otro, el poder real, representado por el Comité Central de Milicias y la multitud de poderes revolucionarios locales, que, en la práctica, acabarían sustituyendo a los poderes legales parcial o totalmente.
Josep Antoni Pozo, autor de Poder real y Poder legal en la Cataluña revolucionaria nos cuenta cómo surgieron esos comités revolucionarios, desde el 19 de julio o los días posteriores, practicamente en cada municipio y qué organizaciones los componían.
Hablaremos también de esa dualidad de poderes entre los poderes revolucionarios y ese Estado, tocado pero no hundido, que terminará reconstruyéndose.
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