

Description of Legionarios de la Justicia
Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», en el capítulo nº 266 de «La lucha por el derecho» nos habla de la reacción de algunas asociaciones judiciales a las maniobras del Gobierno para someter aún más a la Justicia.
En el siguiente enlace pueden acceder a los artículos de Pedro Manuel González: https://www.diariorc.com/autor/pedromgonzalez
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No se puede descartar que la crisis del estado de partidos provoque una catarsis moral que obligue a replantear todas las cuestiones de las disvaloraciones y las dispersiones y las anarquías morales que en todos los sectores sociales se manifiestan.
Y la crisis del estado de partidos es ya una realidad, que es una crisis de Estado, y desde luego el Movimiento Ciudadanos, nuestro órgano de expresión, este por ejemplo, estará dedicado a promover esa catarsis, esa revolución pacífica de los valores morales y políticos que obligan a encaminarnos hacia una democracia verdadera, hacia una separación de poderes y hacia un régimen, no, a un sistema de poder verdaderamente representativo de los electores y de la sociedad civil. Bienvenidos a Radio Libertad Constituyente, la radio del MCRC, el movimiento de ciudadanos hacia la república constitucional, fundado por Antonio García Trinijano. La lucha por el derecho, con Pedro Manuel González.
A veces la historia se escribe en episodios breves, casi imperceptibles, como el de esos diez gloriosos minutos en el que varias asociaciones de jueces y de fiscales han decidido parar el reloj judicial. Sí, señoras y señores, la toga parece que se ha alzado y durante 600 heroicos segundos manifestarán que ya está bien, que ya está bien de ataques a su sacrosanta independencia y con gesto adusto y mucho café institucional, van a paralizar la justicia diez minutos. ¿La razón? Claro, la dictadura gubernamental, por supuesto. No su dependencia institucional original, que es el verdadero problema.
Porque en España, cada vez que un gobierno legisla en materia judicial, lo hace para restringir más la independencia institucional de la propia justicia. Y cuando eso pasa, los jueces tiemblan, pero tiemblan no de miedo, no para rebelarse frente a su sometimiento institucional, sino que tiemblan de indignación porque desconocen la causa de que su sometimiento está precisamente en la dependencia orgánica de la justicia y no en la personal de jueces y fiscales. ¿Que se atreva el Ejecutivo a intentar reformar el Consejo General del Poder Judicial, esa entrañable cofardía partidócrata, o cambiar la forma de acceso a la Judicatura y a la carrera fiscal, es poco menos para ellos que un golpe de Estado.
De ahí la protesta. Lo demás, lo sustancial, no importa. Diez minutos, nada menos. Ni uno más, que tampoco es cuestión de desbordarse. Imaginen ustedes el trance en pleno juzgado, la máquina de café humea, el juez levanta la vista de la causa que está examinando en ese momento, el fiscal interrumpe su segundo desayuno, y todos al unísono se plantan. Diez minutos de inacción. Una revolución en bacta con copia al Tribunal Constitucional y el respaldo, por supuesto, del Consejo General del Poder Judicial. Esos órganos que siguen operando al mando de los partidos desde el año 1978. Por supuesto, todo por la justicia, no por las dietas, no por los blindajes, no por la entrega, de la instrucción penal a la Fiscalía.
Esto último es secundario. Lo hacen, parece, por Montesquieu, como han dicho en alguno de los comunicados estas asociaciones. Montesquieu, que ya está tan sobado que debe estar desintegrándose en su tumba de puro hastío y que ni siquiera contemplaba al judicial como un auténtico poder, al que denominaba Presque nul. El paro será simbólico, sí, pero cargado de significado. El mensaje parece claro. Si siguen sometiéndonos sin contar con nosotros, podríamos volver a parar otros diez minutos. Una amenaza tan demoledora como un papel mojado en el despacho de un juzgado mixto de cualquier pueblo.
Y mientras tanto, la justicia ordinaria, esa que tarda años en resolver un despido improcedente o una custodia compartida, sigue su curso. Inalterable. Porque diez minutos no se notan, como tampoco se nota que muchas de esas protestas no son por los derechos del ciudadano, no son por la independencia institucional de la justicia, sino por el despacho de Montesquieu.
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