
Lisandra Pérez Guillén: “Soy maestra, creo, que desde que nací”

Description of Lisandra Pérez Guillén: “Soy maestra, creo, que desde que nací”
En su aula de la escuela rural, rodeada de pequeños de alma limpia que llegan a ella como un libro casi en blanco, Lisandra Pérez Guillén, encuentra el escenario real de sus juegos de niña. Por: Claudia Díaz Pérez
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Sí, gracias. Un saludo para ti y para todos los amigos oyentes.
Pero ya estamos aprendiendo los números más largos.
Asomarse al aula de primer grado de la Escuela Francisco de Arango y Parreño, en el kilómetro 7 de la carretera a Viñales, permanecer allí, en silencio, desde la rendiga de una ventana, alivia preocupaciones sobre el futuro.
A través de la guía de una voz clara y tierna, niños sonrientes escriben por primera vez mamá, Cuba, amor, amigos.
Calculan cómo compartir caramelos y describen al tocororo, la bandera, la flor de la mariposa, mientras una goma amarrada a un cordel pasa de un lado a otro.
En aquel sitio mágico, donde la brisa de una geografía que se abre a la sierra de los órganos, radica el lugar donde la maestra Lisandra Pérez Guillén se realiza cotidianamente hace 10 años.
En su aula de la escuela rural, rodeada de pequeños de alma limpia, que llegan a ella como un libro casi en blanco, esta mujer cubana, que apenas rebasa los 30 años, encuentra el escenario real de sus juegos de niña.
Desde pequeña siento vocación por la maestría, porque mi papá, mis tías, mis hermanos, todos seguimos el camino del saber, el camino de educar.
Antes eran muñecas, pero hoy tiene ante sí personas a las cuales ella adentra por primera vez al emancipador mundo del saber.
Lo que más me apasiona de esta profesión es los niños, enseñarles, educarles, transmitirles valores, enseñanzas.
Bueno, primer grado es un grado muy bonito, porque los niños son pequeños, vienen apenas sabiendo nada y uno los educa a su forma, les enseña valores, todo el saber que necesitan para grados posteriores.
Desde que Lisandra cursaba la licenciatura en la Universidad Hermano Saiz Montes de Oca, fue destinada a la escuela rural donde hoy trabaja, ubicada exactamente en el Consejo Popular Aguas Claras, entre los municipios de Pinar del Río y Viñales.
A mi consideración el maestro debe tener muchas cualidades, pero principalmente ser honesto, humilde, sencillo, respeto, responsabilidad.
Por eso desafía cada mañana y en las tardes los más de siete kilómetros que separan su casa de la institución.
Lo mismo llega en moto, en un carro, en una guagua, un tractor y hasta una volanta.
Ese carro es abierto de dos ruedas, alado por caballo.
Lo que sí no se puede perdonar es faltar que los niños que la guardan con abrazos se pierdan conocer una nueva letra u operación matemática y que pasen la jornada desperdiciando la inagotable energía infantil.
Hace tres años a la desafiante tarea de enseñar se le unió otra, una misión de vida que, a decir de Lisandra, la ha hecho mejor maestra.
Desde que una mujer es madre le nacen ciertos sentimientos, cierta sabiduría, que es mucho mejor a la hora de transmitirle eso a los niños.
Poder dedicarse a impartir clases lejos de la casa ha sido posible gracias a la ayuda que recibe de su madre, una red de apoyo tradicional en Cuba que la educadora reconoce imprescindible ya que en el Consejo Popular donde vive no hay círculo infantil cercano.
Pero el trabajo, comenta, se va tranquila con la garantía de tener cerca de su retoño una abuela que hoy repite la dosis de amor que formaron a la maestra querida.
Al hablar con Lisandra sorprende su optimismo, la manera en la que asume la vida y sus desafíos contemporáneos.
Podría contentarse con la labor muy importante y reconocida que desempeña, con los objetivos vencidos de sus alumnos, pero ella tiene metas más altas.
Yo soy licenciada, cursé mi licenciatura en el pedagógico en Manos Saiz Montes de Oca, pero quiero seguir superándome.
Tengo como propósito hacer la maestría para el curso que viene, matricularme y hacer la maestría.
Ahora mismo estoy preparándome para el ejercicio de categorización para seguir superándome.
Lisandra reconoce que en Cuba se viven tiempos difíciles.
Es muy cierto que en Cuba hoy se están viviendo tiempos difíciles, pero lo que a uno le gusta, lo que a uno le apasiona, no puede dejarlo por esas cosas.
Tiene que seguir, tiene que...
A mí me encanta ser maestra, me encanta enseñar, me encanta educar, y no lo dejaría.
Yo soy maestra, yo creo que desde que nací.
Lisandra considera que la herencia espiritual que ha recibido como mujer cubana la ayuda a ser cada día mejor madre y educadora.
La mujer cubana es trabajadora, es luchadora,