Lunes 6 de octubre - Lucas 10, 25-37. ¿Quién es mi prójimo?

¿Quién es mi prójimo? Es una pregunta que hace un maestro de la ley a Jesucristo. En aquel tiempo, para algunos judíos, prójimo era la persona familiar, la persona con la que compartían mucho tiempo. Para ellos, un desconocido no era un prójimo, y muchísimo menos ni siquiera una persona que era no judío. Y qué bonito cómo Jesús, con motivo de esta pregunta, enuncia esa palabra tan bonita del buen samaritano.

Es decir, ¿os acordáis todos cuando un hombre está herido y pasa un sacerdote, no lo quiere atender, pasa un levita que no es una persona muy piadosa tampoco, y por fin pasa un extranjero, una persona no judía. Pero, curiosamente, esa persona no judía, por humanidad, atiende y convierte al herido en su prójimo.

Con eso, cuando termina la parábola y le pregunta Jesús al maestro de ley, ¿quién crees que se ha comportado como un prójimo? Dice que practicó misericordia. Y dice, pues anda y haz tú lo mismo. Porque a veces nosotros, aunque no sea alguien de nuestra familia, aunque no sea alguien de quien podamos sacar un interés, no podemos desasistir, no nos podemos desentender de las personas que pasan por el camino de nuestra vida, accidentalmente o que incluso lo podemos ver a través de la noticia o a través de alguien que nos lo ha dicho, y claramente el Señor nos toca el corazón y nos dice no te quedes indiferente. Hemos llegado a una situación en la cual, no, no, yo ya doy mi limosna, yo ya aporto a mi parroquia, yo ya estoy en esta realidad, yo coopero ya con esta institución, católica o no católica, que efectivamente, claro que hay que hacerlo.

Pero también hay ocasiones en que personas en concreto necesitan 5 minutos tuyos, necesitan un ratito para que les escuches, e incluso, no sé, una pequeña ayuda, pero a nosotros no se nos puede quedar el corazón indiferente. Que hay muchos timadores, muchísimos, y que en las puertas de las iglesias, por desgracia, a veces se sienta gente y que dices, pero eso lo estaré dando para su bien, o si lo estaré dando para un jefe de un clan que está organizado así, lo necesitará de verdad, a veces no, se queda el corazón como encogido, cuando ve que hay personas ahí, y en ese sentido, sin caer en la ingenuidad, ni caer en la inocencia, sí señor, yo preguntarse, no por la persona esa en concreto, que a veces incluso está contraproducente, sino yo estoy ayudando a personas que no conozco, yo me estoy implicando en la vida de otros que a lo mejor no me afecta a mí su malestar, pero sin embargo, son mi prójimo, porque he sabido de ellos, porque he conocido su suerte, porque me la han contado, y ahí es donde tienes que estar. No te encierres en tu círculo, digamos familiar, de amistades, atrévete a salir de ahí, y de vez en cuando descubre que tu prójimo, el que está en tu camino, puede ser alguien que a lo mejor no conozcas, pero te está esperando a ti.