La Madre Sagrada, "parte 2" sombras, heridas y la medicina del amor

Almas hermosas, amísticas y apasionadas, aquí no hay casualidades, si estás escuchando esto es porque algo dentro de ti está despertando, esto es un espacio para recordar juntas, para sanar, para abrazar nuestra magia, nuestra verdad. Soy Susana Tedor y en esta serie viajaremos a lo más profundo de nuestra esencia, ser una guardiana del útero o una guardiana de la tierra y vivir a través de practicar esta dignidad divina y desde allí recorrer nuestro viaje del alma.

Aquí no hay teorías vacías, solo experiencias, amor y fuego sagrado, así que respira profundamente, suelta y prepárate porque este camino es para valientes.

Nuestra madre, el portal de la vida, hoy te hablo de ella, sí de la madre, esa mujer que no solo te dio el cuerpo con el que hoy caminas en este mundo, sino que también es el alma, la historia, deseo, cansancio, fuego, sombra y misión de tu destino en esta tierra. Ella ha sido muchas mujeres en una sola piel, la esposa soltera, la trabajadora incansable, la que postergó sus sueños, la que guardó silencio, la que gritó sus verdades, la que crió sola, la que cocinó con amor y muchas veces con rabia, la que también fue hija y cargó con una herencia invisible que tal vez aún hoy sangra.

Y tú, hija del linaje femenino, has querido que ella sea perfecta, perfecta para ti, que nunca se enoje, que lo sepa todo, que esté cuando la necesites, que se haga pequeña cuando tú no quieres verla, pero si es demasiado perfecta, tu alma tiembla ante el espejo, porque entonces sientes que no estarás nunca a su altura. Es difícil amar a mamá sin condiciones, y también es difícil no amarla, porque en el fondo sabemos que si ella se cae, también nos caemos, porque la mitad de nuestra experiencia tiene su voz, su cuerpo, su tiempo.

Ella nos ama, incluso cuando no lo sabe decir. Ella nos ama con todas sus heridas abiertas, con sus partes salvajes, con su niña herida, y a veces grita o huye. Muchas veces controla o se somete. Muchas veces se pone rígida o se disuelve en sí misma. Cuando la vida le aprieta las memorias, puede que aparezca la bruja, esa bruja herida por el abandono, por la humillación, por la traición, por el desamor.

Pero aún así, aún detrás del dolor late el amor, el amor más puro, el amor más fuerte, el amor más incondicional, porque ella, más allá de todo eso, más allá del rol de madre, hay una mujer, y más allá de esa mujer, hay un lazo místico profundo y eterno, que ninguna muerte, enfermedad, ni ausencia puede romper. Pero recuerda, estuviste dentro de ella, su corazón fue tambor, su sangre te construyó su vientre, fue tu primer templo, y desde entonces, una parte de ti sabe, que sin ella, algo en ti queda suspendido. Aún si ya no estás en esta tierra, tu alma la busca, la recuerda, la necesita, porque sin ella, la vida no fluye igual, porque sanar a mamá, es abrir la puerta a todo lo demás.